El 40% de las personas que padecen diabetes son mayores de 65 años. Así, en España, 2,2 millones de personas de edades superiores a los 65 años sufren esta dolencia. Asimismo, la mitad de este colectivo está sin diagnosticar.
Qué es la diabetes
La diabetes, también denominada diabetes mellitus, es una enfermedad producida por un mal funcionamiento del páncreas, lo que provoca un aumento de los niveles de glucosa (azúcar) en la sangre.
Se trata de una dolencia crónica que puede afectar, a medio y largo plazo, a diferentes partes del organismo de nuestro mayor, acelerando su envejecimiento y afectando gravemente a su bienestar y calidad de vida.
Tipos de diabetes
Existen dos tipos de diabetes: diabetes tipo 1 y diabetes tipo 2.
Las diferencias entre estos dos tipos de diabetes mellitus se basan en los siguientes aspectos:
Diabetes tipo 1
Es la que aparece, generalmente, en niños. La diabetes tipo 1 se presenta de forma brusca y, en la mayoría de ocasiones, sin que existan antecedentes familiares
Diabetes tipo 2
Es la propia de las personas ancianas, pues surge en la edad adulta, siendo, en ellos, diez veces más frecuente que la diabetes tipo 1.
La diabetes tipo 2 se produce porque el organismo no produce ni gestiona bien la insulina que posee, de manera que existe una problemática doble: por un lado, hay menor insulina en el páncreas y, por otra, esta insulina funciona peor en los tejidos.
Causas y factores de riesgo
Las causas de la diabetes vienen determinadas por diversos factores de riesgo, entre, los que, además de la edad, se encuentran:
- Sobrepeso. A mayor tejido graso, más resistentes se vuelven las células a la insulina.
- Inactividad. La actividad física ayuda a mantener un peso saludable, se sirve de la glucosa como fuente de energía y facilita que las células sean más sensibles a la insulina.
- Genética. Las personas con progenitores diabéticos son más propensos a sufrir esta dolencia.
- Presión arterial alta. Poseer una presión arterial por encima de 140/90 mm Hg (milímetros de mercurio).
Síntomas de diabetes
Los síntomas de la diabetes no son complicados de observar y detectar cuando no se padecen otros problemas de salud. Sin embargo, a medida que envejecemos, experimentamos ciertos cambios en algunas características y funciones de nuestro organismo, como la función renal, la percepción de la sed o el cansancio. Por ello, podemos confundir los síntomas de la diabetes con los relacionados con otros problemas de salud. Para conocerlos de manera exacta, estos son los síntomas de la diabetes:
- Sensación de sed. En el caso de la diabetes insípida, esta sensación es muy elevada.
- Tener continua sensación de hambre.
- Aumento de la necesidad de orinar continuamente, incluso de noche (poliuria).
- Pérdida de peso, aun comiendo grandes cantidades.
- Encontrarse permanentemente cansado.
- Problemas en la visión, visión borrosa.
- Hormigueo o entumecimiento en las extremidades superiores e inferiores (manos y pies).
- Las heridas o moretones se curan muy lentamente.
- Frecuentes infecciones fúngicas en la piel.
Signos de complicaciones
En alguna ocasión, pueden surgir problemas derivados de la diabetes que, por su gravedad, precisan atención inmediata:
- Nivel alto de azúcar en sangre (hiperglucemia). El nivel de azúcar en sangre puede aumentar por muy diferentes razones, desde la dieta hasta la falta de medicamentos necesarios para disminuir los altos valores de azúcar. Los síntomas de esta problemática son las ganas frecuentes de orinar, aumento de la sed, boca seca, visión borrosa, cansancio y náuseas.
- Incremento de cetonas en la orina. Cuando las células necesitan energía, el organismo puede comenzar a descomponer la grasa. Esto provoca ácidos tóxicos denominados cetona, situación que provoca falta de apetito, debilidad, vómitos, fiebre, dolor de estómago y mal aliento (desprende olor a acetona). Esta afección es más frecuente en personas con diabetes tipo 1.
- Síndrome hiperglucémico. Se trata de un problema de salud potencialmente mortal. Los valores de azúcar en sangre se elevan a más de 600 mg/dL y la sangre se vuelve espesa, lo que ocasiona una sed extrema, fiebre, somnolencia, desorientación, pérdida de la visión y alucinaciones. Esta afección suele ser más común en personas con diabetes tipo 2.
- Bajo nivel de azúcar en sangre (hipoglucemia). Aquellos pacientes que toman insulina, pueden sufrir un descenso excesivo de este, lo que puede originarles diferentes manifestaciones como temblores, sudoración, mareos, dolor de cabeza, visión borrosa, palpitaciones cardíacas, dificultades para hablar, desorientación, desmayos y convulsiones. Para controlar y revertir esta situación de forma inmediata, nuestro mayor deberá ingerir alimentos de rápida absorción, como dulces, miel, tabletas de glucosa o refrescos azucarados.
Diagnóstico diabetes
Los médicos se sirven de varios análisis de sangre para detectar la existencia de esta enfermedad en nuestro familiar. Así, el diagnóstico de la diabetes puede obtenerse a través de las siguientes pruebas:
- Prueba aleatoria de azúcar en la sangre. Es llevada a cabo en cualquier momento del día. Un nivel de azúcar en sangre al azar de 200 mg/dL (miligramos por decilitro) o más sugiere diabetes.
- Prueba de azúcar en sangre en ayunas. Se administra después de que el paciente no haya consumido ningún alimento durante, al menos, 8 horas. Si los valores son superiores a 126 mg/dL indica que se padece diabetes.
- Prueba oral de tolerancia a la glucosa. Para ella, nuestro mayor debe realizarse varios análisis, uno tras un ayuno y otro posteriormente, dos horas después de ingerir una bebida azucarada. Un valor mayor de 200 mg/dL significa que sufre diabetes.
Lo más probable es que el médico, para formular el diagnóstico definitivo, ordene que la prueba se realice dos veces.
Tratamiento de la diabetes
Si los análisis en sangre determinan que nuestro mayor padece diabetes, le diseñará un tratamiento específico para controlar su nivel de azúcar y las posibles complicaciones que de este se pueden derivar.
El tratamiento de la diabetes en ancianos se basará en tres pilares: medicación, vida saludable y control médico. Así, nuestro familiar deberá:
- Mantener un registro de las concentraciones de glucosa. El plan determinará con qué frecuencia debe revisarse la concentración de glucosa (para lo que puede servirse de herramientas tecnológicas como una pulsera que mide el nivel de azúcar).
- Mantenerse activo. Una actividad física estable como pasear de forma rutinaria ayuda a nuestros mayores a regular los niveles de glucosa en sangre.
- Tomar con rigurosidad la medicación recetada. Para ello, es indispensable que nuestro familiar disponga de una atención permanente que le controle y proporcione los medicamentos fijados por el médico.
- Mantener una dieta saludable. En ella debemos tener en cuenta lo siguiente:
Dieta diabetes
Cuando nuestro mayor sufre diabetes, la dieta es una parte fundamental para el control integral y efectivo de esta enfermedad. Sabemos que cambiar los hábitos dietéticos arraigados en nuestro mayor no es un reto fácil, por ello, sus cuidadores deberán servirse tanto de la preparación de platos apetecibles como de factores emocionales.
Esto es lo que debemos tener presente sobre los tipos de alimentos que nuestro familiar puede consumir:
Hidratos de carbono
Debemos dividir estos en dos grupos: simples y complejos.
Los primeros provocan un rápido incremento de azúcar en sangre, pues una vez están en el intestino, pasan rápidamente al torrente sanguíneo. Ejemplos de ellos son la leche, la miel, la mermelada, los refrescos, el chocolate, las frutas en almíbar o los vinos dulces.
Tenemos que tener especial cuidado con el consumo de este tipo de azúcares por parte de nuestro mayor, pues con ellos podemos provocar un incremento brusco de azúcar en sangre.
A diferencia de los simples, los hidratos de carbono complejos, al llegar al intestino, antes de pasar a la sangre se transforman primero en hidratos de carbono simples, lo que evita un incremento brusco de glucosa en sangre. Ejemplos de este tipo de alimentos son el arroz, el pan, las pastas, las patatas, las legumbres y los cereales. Estos alimentos deberemos proporcionarlos en cantidades moderadas y de forma repartida a lo largo del día.
Fibra
Si la fibra es muy recomendada para personas sin ninguna dolencia, para el paciente diabético aporta un beneficio extra, ya que al ralentizar el paso de comida por el tracto digestivo, disminuye la absorción de hidratos de carbono y grasas.
Grasas
El consumo de este tipo de alimentos de estar limitado. Las grasas recomendadas son las poli y las monoinsaturadas, las cuales se encuentran en alimentos como el aceite de oliva, pescados como salmón, caballa o atún o los frutos secos.
Contenido calórico
La cantidad de calorías diarias ingeridas por nuestro mayor debe depender de su gasto energético.
En los pacientes que padecen una diabetes tipo 2, el consumo energético diario debería situarse entre 1.200 y 1.400 calorías.
Reparto de las comidas
En el paciente diabético es especialmente importante que realice entre 4 y 5 comidas al día: desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena. Las comidas deben hacerse siempre a la misma hora del día, puesto que mantener un horario regular contribuye a la mejora del control de la glucosa en sangre y evita sus peligrosas fluctuaciones.
¿A partir de cuanto es alto el azúcar?
La prueba de tolerancia de azúcar se realiza administrándole al paciente una bebida con glucosa. Los valores de azúcar en la sangre de 140 mg/dl o menos a las 2 horas de haberlo bebido se consideran normales. En cambio, los valores de 140 a 199 mg/dl indican que tiene prediabetes y los de 200 mg/dl o mayores indican que la persona tiene diabetes.
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