Conforme se cumplen años y se alcanza la tercera edad es común hacer frente a problemas derivados de la fragilidad y deterioro cognitivo de las personas. Estos dos procesos naturales hacen que se tenga una peor calidad de vida, así como la discapacidad, entre otros. Es por ello que, últimamente, se ha escrito y tratado mucho sobre la fragilidad cognitiva, entendida como un nuevo objeto de estudio de la gerontología y geriatría.
Debido al fenómeno de transición demográfica, existen cambios en la población, con un aumento en la esperanza de vida y una alta carga de enfermedades crónicas no transmisibles y estados de discapacidad.
Sin duda, un escenario que se ha convertido en un auténtico desafío para la sociedad, así como para los organismos y profesionales del sector de los cuidados.
¿Cuál es el origen del término “Fragilidad Cognitiva”?
Este concepto fue acuñado y reconocido en el año 2013 por primera vez, surgido por un grupo de consenso internacional en Toulouse (Francia).
Durante los últimos años se ha estudiado mucho y realizado investigaciones que tratan la relación directa entre la discapacidad y el deterioro cognitivo, haciéndose un hueco la fragilidad cognitiva.
La fragilidad cognitiva se ha considerado un nuevo síndrome geriátrico, caracterizado por la coexistencia entre fragilidad física y deterioro cognitivo
En 2013 se reunieron en Toulouse investigadores de la Academia Internacional de Nutrición y Envejecimiento (IANA) y de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría (IAGG) para tratar de establecer un consenso sobre la definición de fragilidad cognitiva, en que se vincula fragilidad física y cognición, ante la creciente utilización de dicho término y la necesidad de establecer un marco conceptual común.
No obstante, en 2001, el término “fragilidad cognitiva” fue utilizado por Paganini-Hill y un grupo de investigadores en un estudio sobre el rendimiento de la prueba de dibujo del reloj (CDT) y su asociación con posibles protecciones y factores de riesgo para la enfermedad de Alzhéimer.
Asimismo, en 2006, La fragilidad cognitiva fue propuesta por Panza y una serie de autores, que estudiaron la riesgos de disminución de las funciones cognitivas moduladas por factores vasculares.
Como consecuencia, los estudios encontraron que los factores físicos y los cognitivos son elementos cruciales para predecir riesgo de muerte.
¿Qué es la fragilidad cognitiva?
Pese a existir un gran debate todavía en torno a los criterios diagnósticos que caracterizan la “fragilidad cognitiva“, ésta se puede definir como un estado de vulnerabilidad reversible, multidimensional, en el que coexisten de fragilidad física y el deterioro cognitivo leve, sin llegar a ser una demencia.
En otras palabras, la fragilidad cognitiva es un estado reversible previo a cualquier tipo de discapacidad o demencia
Asimismo, para entender la importancia que ha cobrado la fragilidad cognitiva en los últimos se han hecho varios estudios que pretenden explicar el impacto de este concepto en la sociedad anciana.
En un estudio geriátrico realizado en Singapur con una duración de 3 años, de 2375 personas mayores de 55 años en, con una edad media de 66 años, encontraron que la fragilidad cognitiva se asocia a mayor deterioro en la calidad de vida.
Además, otro estudio sobre el envejecimiento en Italia llevado a cabo por Vincenzo Solfrizzi, Emanuele Scafato y Madia Lozupone demostraron que la fragilidad cognitiva es un predictor a corto plazo, entre 3-5 años y largo plazo, unos 7 años máximo, de mortalidad.
En 2013 se definió la fragilidad cognitiva como un síndrome en adultos mayores con evidencia de fragilidad física y deterioro cognitivo sin un diagnóstico clínico de Alzhéimer u otra demencia
En definitiva, la fragilidad cognitiva es una forma de envejecimiento cerebral patológico y un precursor de los procesos neurodegenerativos.
El estrés y los procesos inflamatorios: la antesala de la fragilidad cognitiva
En este sentido, existen causas que pueden indicar que se pueda hablar de fragilidad cognitiva en la tercera edad.
Entre ellos, el estrés, pues se interrumpe los procesos de recepción de insulina y actividades proteolíticas.
Además, se han tratado en diversas investigaciones, como la realizada por Vinod Chainani, Russell Riehl y Geeta Chainani que las enfermedades cardiovasculares y la fragilidad están estrechamente ligadas.
Tanto es así, que en dicha investigación se centra en todos los aspectos relacionados con la fragilidad y la sarcopenia en ancianos, así como los nuevos avances en los tratamientos relacionados, incluidos temas e investigaciones complejos.
Dada la imposibilidad de evitar el proceso de envejecimiento, es importante actuar de forma preventiva con intervenciones específicamente adaptadas contra los signos de enfermedad y discapacidad cuando estos procesos aún están a tiempo de tratarse.
La fragilidad es un proceso de envejecimiento patológico que es reversible y ocurre en una etapa intermedia entre las enfermedades relacionadas con la edad.
La fragilidad social en personas mayores también puede afectar la calidad de vida y la conectividad social.
¿Es lo mismo la fragilidad cognitiva que el deterioro cognitivo?
La respuesta es no, puesto que requieren perspectivas distintas.
Pese a que la actividad física, la movilidad, la energía, la fuerza y el estado de ánimo están altamente relacionados con un estilo de vida saludable, la capacidad cognitiva no se correlaciona fuertemente con estos otros componentes y, por lo tanto, puede no ser parte de este tipo de fragilidad.
Conviene tratar la fragilidad cognitiva y el deterioro cognitivo como conceptos relacionados pero distintos que con frecuencia coexisten
No obstante, existen diversos estudios que han encontrado múltiples factores de riesgo que causan deterioro cognitivo y se asocian con el desarrollo y empeoramiento de la fragilidad cognitiva en personas mayores:
- Enfermedades cardiovasculares en personas mayores: diabetes o hipertensión.
- Deficiencias nutricionales, como por ejemplo un anciano sin apetito, desnutrición o deficiencia de vitamina D
- Desequilibrio hormonal, que incluye problemas con la testosterona reducida o la resistencia a la insulina (p. ej., testosterona reducida, resistencia a la insulina)
- Problemas de salud mental en personas mayores.