El rol de sostener y cuidar sigue siendo de las mujeres

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El término “generación sándwich” proviene de la trabajadora social Dorothy Miller quien lo acuñó en 1981 para describir a las mujeres de entre 30 a 40 años que estaban “atrapadas” entre el cuidado de sus hijos y el de sus padres. Refiriéndose a que estas se encuentran en medio de dos generaciones que requieren su atención. (Hijos, padres y suegros).

Cuidar de una persona mayor no es solo una tarea: es una responsabilidad diaria que transforma por completo la vida de quien la asume.

Así lo confirma el I Estudio del Observatorio Cinfa de los Cuidados, el cuál aborda este tema ya que es una investigación que pone cifras, emociones y contexto a una realidad que durante años ha permanecido silenciosa en miles de hogares pero que sobre todo continúa afectando a mujeres.

En Aiudo convivimos cada día con esta realidad. Vemos cómo muchas familias cuidan por amor, por responsabilidad y, en muchas ocasiones, por falta de alternativas. Por eso, este estudio no solo nos interpela como empresa de asistencia domiciliaria, sino también como sociedad.

manos entrelazadas de madre anciana e hija

El perfil invisible del cuidador en España

El estudio dibuja con claridad quién cuida en nuestro país:

  • Edad media del cuidador: 49 años

  • El 64,2% son mujeres

  • En el 75,6% de los casos cuidan a su padre o madre

  • El 47,4% de las personas atendidas tiene más de 81 años

  • El 51,1% pertenece a la llamada “generación sándwich”, con hijos a su cargo y padres dependientes

  • El 77,6% compagina los cuidados con su trabajo

Estos datos nos reflejan un patrón claro, personas en plena edad laboral y familiar, sostienen en silencio una carga física y emocional enorme. En Aiudo vemos este perfil a diario: hijas, hijos, matrimonios, nietos… que lo dan todo por sus mayores hasta que el desgaste se vuelve insostenible.

Fuente: Cinfa

¿Con quién comparten los cuidados?

Aunque este se reparta, los cuidados en España tienen rostro de mujer. En Aiudo este perfil se repite a diario: son ellas quienes interrumpen su carrera profesional, reducen jornadas, renuncian a oportunidades y postergan su propio bienestar para estar disponibles.

Muchas lo hacen por amor, por lealtad familiar o por una exigencia social que aún hoy las señala como “cuidadoras naturales”.

Pero ese amor no las protege del cansancio, de la culpa ni del aislamiento. La sobrecarga emocional y mental es profunda, constante e invisible. Esta desigualdad no solo es una cuestión de reparto de tareas, es una brecha estructural en la que no hay apenas relevo, reconocimiento o red de apoyo a millones de mujeres en nuestro país.

tabla de datos estudio cinfa
Fuente: Cinfa

Más de media jornada semanal

De media se dedican a la semana 20,6 horas a esta labor. Más de la mitad de los encuestados (56,8%) llevan a cabo los cuidados de forma semanal y el 42,3% lo hacen diariamente concluyendo que:

  • El 65,2% sacrifica su ocio

  • El 63,3% reduce su tiempo personal

  • El 35,4% pierde tiempo con amistades y familia

  • El 49,1% lleva más de dos años cuidando

  • El tiempo medio de cuidado es de 3 años. 

Entre los motivos de cuidados más frecuentes la edad avanzada, la soledad y las enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer, ELA, Parkinson, etc.). Y entre las tareas más habituales son las de hacer compañía, acompañar a citas médicas, gestiones cotidianas como la organización médica, la compra, gestión de facturas, pensiones o banco y tareas domesticas.

tabla de datos estudio cinfa
Fuente: Cinfa

Cuidar con amor… pero también con cansancio

El estudio nos revela una dualidad muy humana. Casi 6 de cada 10 personas lo hacen por afecto o como elección personal, pero ese 40% lo vive como una obligación del cual un 8,7% lo sienten una carga. El equilibrio entre el cuidado y el bienestar, amor y cansancio, es muy frágil.

Cuidar a quien nos ha cuidado significa verlos de otro modo, las personas que nos han protegido y hemos visto soportar huracanes se vuelven frágiles. Para nuestro cerebro es un shock y el hecho de cuidar en la parte emocional refuerza el vínculo, la perspectiva, la gratitud de estar presente, la sensación de ser útil y controlar todos los cuidados. Estas emociones explican por qué muchas personas cuidan desde el amor, incluso cuando el esfuerzo es enorme.

El otro lado de la balanza aparece cuando; el cuidado se prolonga durante años, se compatibiliza con el trabajo; hay un exceso de carga que recae en sólo un familiar; o hay situaciones, especialmente en fases avanzadas de enfermedades neurodegenerativas; grandes dependencias o deterioro cognitivo; en las que la falta de formación especializada puede generar inseguridad, miedo e incluso sensación de impotencia.

mujer agotada mentalmente

La gran preocupación: quién cuidará cuando yo no pueda

Entre todas las preocupaciones que recoge el estudio de Cinfa, hay una que atraviesa a casi todas las personas cuidadoras: el miedo al mañana. El temor a no saber quién cuidará de su familiar cuando ellas ya no puedan hacerlo: por edad, por salud, por desgaste o por circunstancias vitales, es una de las inquietudes más repetidas.

Este temor revela una realidad profunda: el actual modelo de cuidados familiares es frágil, porque se apoya más en la entrega individual que en una red estructurada de apoyo. Y cuando esa persona falla por agotamiento, enfermedad o simplemente porque la vida cambia, todo el sistema se tambalea.

Por eso, más allá del presente, hablar de cuidados también es hablar de futuro, de previsión y de acompañamiento. De construir alternativas que no obliguen a vivir con miedo, culpa o incertidumbre. De poder cuidar hoy sabiendo que mañana también habrá alguien ahí.

Este miedo no es teórico. Es un pensamiento constante que acompaña al cuidado diario:
¿Qué pasará cuando yo falte? ¿Quién estará con él cuando yo no llegue? ¿Quién sabrá cómo hacerlo como yo lo hago?

tabla de datos estudio cinfa
Fuente: Cinfa

El papel de Aiudo ante esta realidad

Este estudio confirma lo que en Aiudo vemos cada día: los cuidados familiares son esenciales, pero no pueden sostenerse solos indefinidamente.

Profesionalizar los cuidados no significa sustituir el afecto, sino redistribuir la carga, evitar que recaiga siempre sobre la misma persona, permitir que cuidar no implique renunciar a vivir.

Nuestro trabajo consiste precisamente en:

  • Apoyar a las familias.

  • Garantizar cuidados dignos y profesionales.

  • Evitar el desgaste extremo del cuidador.

  • Proteger la salud emocional y física de todos los miembros del hogar.

  • Generar continuidad, estabilidad y tranquilidad.

Cuidar bien también implica saber pedir ayuda.

En definitiva, el estudio confirma que el peso de los cuidados sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres, tanto en el ámbito familiar como en el social. Una realidad persistente que continúa marcando desigualdades en tiempo, oportunidades y calidad de vida.

Se debe promover la corresponsabilidad real: reconocer que cuidar no es solo “una labor de mujeres”, sino una responsabilidad compartida, colectiva, digna y visible. Sólo así será posible construir un sistema de cuidados que no dependa de sacrificios individuales.

Y reconocer que apoyarse en profesionales cuando la carga es excesiva, el cansancio pesa demasiado y te sientes desbordado no significa fallar si no querer cuidar mejor.

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