El legado de nuestros abuelos: fórmulas para ahorrar en tiempos revueltos

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Lorenzo Gomez

Por: Lorenzo Gomez

Periodista, redactor experto en gerontología

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Hubo un tiempo en el que la idea de invertir en criptomonedas o, sin ir tan lejos, portar una tarjeta de crédito era algo de ciencia ficción. Hoy, la tecnología ha irrumpido con fuerza en los métodos de pago y ahorro, pero hay que remontarse a fórmulas ancestrales como guardar dinero en el colchón, servirse de los famosos sobres y usar la hucha del cerdito para entender el origen de nuestras economías domésticas.

Nuestros abuelos economizaban, eran otros tiempos, y han dejado como legado una serie de trucos cuya revisión, en tiempos de escaladas de IPC y tipos de interés, se convierten en casi una obligación. Y es que aparte de lograr estirar el dinero, nuestras abuelas también conocían otras fórmulas de ahorro dentro del hogar que ya quisieran J.P. Morgan o Goldman Sachs para sus clientes

En la vorágine de nuestro tiempo, donde la tecnología promete soluciones inmediatas a antiguos problemas, mirar hacia atrás para redescubrir las sabias enseñanzas de nuestros abuelos puede parecer, a ojos de muchos, un acto de nostalgia pura. Sin embargo, al adentrarnos en el arte perdido del ahorro a través de métodos tan elementales como la hucha del cerdito, el método de los sobres, o el meticuloso kakebo, nos damos cuenta de que más allá de la nostalgia, lo que encontramos es una profunda sabiduría aplicable a nuestra era digital.

El viejo truco de los sobres, método infalible

El truco de los sobres lleva utilizándose desde antes que existieran las tarjetas de crédito y los productos financieros modernos como los fondos de inversión o las criptomonedas. Se puede decir que su eficacia tiene historia, sobre todo para los ancianos que son los olvidados del sector bancario, aunque el ‘modus operandi’ es de lo más simple. El objetivo principal es cubrir todos los gastos del mes, por lo que hay que empezar por ahí: cuando se cobra el dinero, hay que separarlo en distintos sobres.

Cada uno de ellos corresponderá a una categoría, compuesta por un gasto en particular, es decir un sobre para el alquiler o la hipoteca, un sobre para las facturas, otro para los gastos de comida y productos básicos de la casa, y así sucesivamente. Si se conoce un gasto ‘extra’ ocasional, como puede ser una visita al dentista, también habría que destinar un sobre específico.

Unos billetes de euros sobre un sobre blanco.

Lo que se consigue con esto es saber de cuánto dinero se dispone para cada gasto. De esta forma, llegado el momento de hacer frente al desembolso, el sobre estará preparado para la ocasión.

Ahorro clásico y eficaz, la hucha

El método de la hucha para ahorrar obliga a la persona a ir introduciendo dinero en un recipiente de difícil acceso, de ahí que tenga un componente psicológico. Por ejemplo, puede ayudar plantearse el objetivo de introducir en la hucha todos los billetes de cinco euros que alguien disponga en su billetera o todas las monedas de dos euros.

Un plano de una mano introduciendo una moneda de un euro en una hucha de un cerdito negro.

El cuaderno o famoso Kakebo, el centenario método de ahorro japonés

Las personas mayores están muy familiarizadas con todo lo que tenga que ver con el papel, como por ejemplo las libretas de ahorro o los cuadernos para tener constancia en todo momento de sus movimientos financieros.

Kakeibo, que se pronuncia kah-keh-boh, es una palabra japonesa que se traduce como libro de cuentas del hogar, adaptada en occidente como kakebo. Se trata de un método centenario que puede ayudar a ahorrar hasta el 35% del sueldo mensual.

Un punto clave del método Kakebo es volver a lo tradicional y tener una libreta de finanzas para anotar todos los gastos. También es importante guardar todos los recibos y tickets de compra.

Lo particular de este método es que no es solo un mecanismo de ahorro, sino también una manera eficaz de tomar conciencia del dinero que se gasta.

Para ponerlo en práctica es conveniente anotar todo el dinero que se ingresa cada mes, incluyendo salario, comisiones, regalos o propinas.

Un día a la semana la persona ha de sentarse frente a la libreta y anotar todos sus gastos, separándolos en categorías: supervivencia (vivienda, transporte, comida y gastos médicos); cultura (libros, conciertos y películas); opcional (ropa, accesorios, restaurantes) y extras (para gastos inesperados).

El método Kakebo sirve para visualizar a simple vista todos los gastos y mejorar la toma de decisiones, corrigiendo aquellos en los que hay mayores desvíos. Del mismo modo, permite conocer en profundidad los entresijos de la economía doméstica y hacer cambios para engordar el ahorro mensual.

Un anciano apunta unas notas en un cuaderno en mitad de un parque.

El método Cash stuffing, de usarlo nuestros antepasados a ser viral en TikTok

Un método de ahorro que ya se usaba en la época de nuestros abuelos ha llegado hasta 2023 gracias a TikTok y numerosos vídeos al respecto que se han vuelto virales. Se le conoce como el ‘Cash Stuffing‘.

Este truco de ahorro es un enfoque algo diferente de gestión financiera personal que utiliza un recipiente físico, como un tarro, para dividir y administrar el dinero destinado a diferentes categorías de gastos. Aunque no es un método bancario oficial, se refiere a una estrategia utilizada por algunas personas para controlar dónde emplean el dinero.

El Cash Stuffing funciona de la siguiente manera: lo primero que hay que hacer es identificar las categorías de gastos en las que se desea organizar el dinero. Algunas categorías podrían ser: alimentación, transporte, entretenimiento, alquiler, ahorros, deudas, entre otras.

Seguidamente, hay que etiquetar los tarros o los recipientes que se quieran usar separados con cada una de las categorías de gastos. cuando se reciba el salario, separar el dinero en efectivo destinado a cada categoría y colocarlo en el tarro correspondiente. Por ejemplo, si una persona dispone de 500 euros y ha decidido destinar 100 euros para alimentación, 200 euros para transporte y 200 para entretenimiento, habrá que colocar esas cantidades en los tarros que correspondan.

A medida que se realicen compras o se vayan efectuando los gastos, hay que ir cogiendo el dinero necesario de los tarros correspondientes. Por ejemplo, si una persona va a comprar comida y necesita 30 euros, los retirará del recipiente que corresponde.

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Es fundamental llevar un registro de los gastos realizados en cada categoría, ya sea mediante un Excel o incluso escrito en una libreta. De esta manera, será posible hacer un seguimiento de cuánto dinero se ha gastado en cada categoría y si se necesita ajustar el presupuesto de cara al mes siguiente.

De una manera muy visual, la persona que pretende ahorrar podrá llevar a rajatabla los gastos.

Guardar dinero en efectivo en el colchón, una costumbre arraigada

Tener dinero debajo del colchón no es una costumbre tan desfasada, de hecho, es más normal de lo que parece. Cada vez hay menos oficinas bancarias, y aunque existen medios eficaces para evitar estafas, los riesgos siguen estando, por lo que puede parecer algo práctico guardar el efectivo en casa para evitar viajes recurrentes. La realidad es que, en pleno siglo XXI, las personas continúan con las mismas costumbres financieras de sus antepasados.

Lo corrobora el Banco de España en su encuesta sobre competencias financieras. Y el dato es sorprendente. El 40% de los ciudadanos admiten que siguen ahorrando en efectivo pese al riesgo que supone tener el dinero en casa.

Se trata de un método ancestral para guardar cantidades no muy abultadas, aunque hay que tener cuidado, porque Hacienda podría investigarlo si supera la cantidad de 3.000 euros.

Otras fórmulas de ahorro en la cocina

Las abuelas eran las grandes abanderadas del ahorro en cuestiones de comida y cocina.

A la hora de preparar los alimentos, conseguían llenar la mesa con excelentes guisos a un coste casi irrisorio. Para ello tenían muchos trucos que, aún hoy pueden aprovecharse. Lo primero del “manual de la abuela” era realizar compras diarias o cada dos días, de este modo se evitaba que la comida se estropease en la nevera.

El segundo punto del “manual del ahorro culinario de la abuela” hacía referencia a la planificación y al orden. Siempre tenían un orden en las comidas semanales y se esforzaban por tener una despensa lo suficientemente ajustada para no quedarse cortas de provisiones.

Las ofertas eran otro punto fuerte de la abuela. Compraba verduras de temporada, la carne o el pescado del día. De este modo, la comida del día salía más barata y, con el toque que tienen las abuelas en la cocina sumado a la frescura de los alimentos, se obtenía un resultado para chuparse los dedos.

Cuando sobraba comida, no se desaprovechaba, sino que se usaba para el día siguiente. Si sobraba carne, se hacían croquetas, con la cabeza del pescado y los huesos, preparaban unos caldos perfectos para los meses de mayor frío. En los momentos en que, a pesar de todo, sobraba algo, se tiraba de congelador para cuando sí pudiera aprovecharse.

Lo que nunca hacía la abuela, era comprar alimentos precocinados, tal y como se abusa a día de hoy. De hecho, un conocido anuncio de televisión español hace alusión ese tipo de croquetas precocinadas, a las que la abuela protagonista no pone muy buena cara que se diga.

Lo que está claro es que los métodos tradicionales de ahorro vuelven a cobrar importancia en los tiempos que corren, en los que la vida se ha encarecido a un ritmo vertiginoso y cualquier método para economizar la cartera es de vital importancia. Nuestros abuelos nos habrán dejado muchas lecciones como legado, pero en cuestiones de retener el dinero son expertos abanderados.

En Galicia hay un refrán muy conocido que dice: “o que garda sempre ten“, quiere decir que quien guarda sus ahorros y su dinero lo tendrá para siempre, y nuestros antepasados podrían darnos a las generaciones posteriores una masterclass sobre ello.

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