En pleno siglo XXI todavía no somos conscientes de la importancia que tiene la atención a las personas mayores. No solo por el bien de la tercera edad si no que también es una cuestión de ética y cultura. La forma en la que tratamos a los mayores nos define no solo como personas, si no también, como sociedad.
Es comúnmente conocido, que las personas mayores eran tratadas con un mayor respeto por los adultos y niños. Históricamente siempre ha sido así. Y debería seguir siendo así. Pero lamentablemente, en este siglo XXI, no es así.
Este hecho, no se atribuye solamente a las personas mayores, entendiendo como tal a las personas desconocidas. Si no que va desde los propios abuelos a cualquier persona mayor. Y es que tratar con cariño a los abuelos es tan importante como positivo tanto para ellos como para nosotros.
Atención a las personas mayores
Y es que no solo se trata de que prestemos el suficiente cuidado y atención a las personas mayores. Si no que va más allá. Y es una cuestión de educación, valores y de respeto hacia las personas mayores.
Cualquier relación humana e interpersonal debe estar basada en la aceptación mutua incluso en aquellos casos que existen diferencias. Así y como la de conceder la autonomía que cada ser humano merece. Por ejemplo, si para un familiar, por ejemplo, mi padre/madre fuera muy importante seguir viviendo en su domicilio. Yo como hijo/a no debo decidir unilateralmente sobre su futuro, a no ser que cuente con razones de peso o que la situación sea insostenible.
Y es que es cierto que muchas veces los adultos tendemos a decidir por ellos. Incluso en aquellos casos en los que se encuentran todavía en una situación y posición de autonomía. En la que pueden seguir decidiendo sobre el rumbo de sus vidas.
Aunque, es importante destacar que pueden haber excepciones y que en muchos casos, somos los adultos los que vemos las limitaciones y debemos convencerles de que den el paso para dejarse cuidar.
El respeto a la integridad de las personas mayores
En este post no queremos enfocarnos en las personas mayores que necesitan el apoyo de sus hijos. Si no que, queremos poner la lupa en las situaciones en que los hijos decidimos sin tener en cuenta la opinión de nuestros padres.
Y es que el hecho de decidir por ellos, suele venir precedido por una tendencia que ha marcado la relación durante años. Pequeños gestos que transforman la forma de relacionarse y que disminuye la atención a las personas mayores que prestamos.
Digamos que decidir sin tener en cuenta al familiar es la punta del iceberg. Pero, ¿qué ha sucedido antes para que esto suceda? Seguramente, muchas de estas cosas habrán sucedido durante años.
No escuchamos a los ancianos. Y esto explica en muchos casos por qué decidimos por ellos, y es porque en la mayoría de los casos no nos hemos parado a escucharlos.
Ignorarles, tutearles cuando su costumbre es que les traten de usted, no decir por favor o gracias. Este tipo de situaciones van tejiendo una relación que poco a poco deja de estar basada en el respeto. Aunque no nos guste, en muchas ocasiones es así.
Por eso debemos centrarnos en cambiarlo.