Día tras día aparecen en las noticias los dramáticos datos de las miles de personas que fallecen por la Covid-19, pero no se habla de otras duras realidades que están sucediendo paralelamente por los efectos que el autoconfinamiento está causando, durante este primer año de pandemia, en las personas mayores por el miedo a contraer el virus: el aumento de trastornos mentales y las alteraciones de tipo cognitivo.
Asimismo, Raúl Vaca, psicogeriatra de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), ha informado, en una entrevista concedida a Infosalus, de que el “20% de las personas mayores experimentaban normalmente problemas relacionados con la demencia o el deterioro cognitivo, además de sintomatología depresiva o ansiosa”, antes de que se produjera el confinamiento en la primera ola.
No obstante, la infraestimación de los datos en la actualidad, debido a que se trata de una epidemia silenciosa por el estigma de la salud mental y el miedo al contagio que sufren las personas mayores, está provocando que según los profesionales de los centros de atención primaria los ancianos acudan cada vez menos a los centros de salud a pedir ayuda.
Los psicólogos alertan de un aumento de trastornos cognitivos en ancianos
Estos días se está hablando mucho de que los jóvenes son los que más padecen trastornos como la ansiedad, debido a las medidas restrictivas y la desaparición del ocio en sus vidas, pero lejos de la realidad, psicólogos como Vicente Pi, miembro de la Asociación Psicoanalítica de Madrid y con más de 45 años de experiencia en el mundo de la psicología clínica, advierten de que la situación en sus centros está desbordada y no se trata solamente de jóvenes.
“Las personas mayores están sufriendo muchísimo durante este año de pandemia, no sólo los jóvenes. No se trata de problemas solamente a nivel físico, algo obvio, porque el salir a caminar y la falta de sol en sus paseos les afecta, sino también a nivel psíquico”, ha remarcado Pi. “Hay que tener en cuenta que la falta de contacto con sus seres queridos y de personas cercanas que les puedan aliviar la sensación de angustia, por el miedo a sentirse desprotegidos, está provocando que afloren las depresiones en las personas mayores y que las alteraciones cognitivas como la demencia se vean potenciadas”.
“Las depresiones en ancianos y alteraciones cognitivas han aumentado”, ha informado Pi
De otro lado, el psicoanalista ha sostenido que “lejos de lo que se suele creer sobre que los ancianos están más preparados para el aislamiento social a diferencia de los jóvenes”, porque se piensa que están “más acostumbrados a estar en casa y no salir”, no es cierto. De hecho una cuidadora de ancianos o un familiar a su cargo suponen una gran ayuda para superar estas consecuencias de la soledad. “Las personas mayores al igual que los jóvenes también tienen una serie de rituales sanos en su vida diaria, que ahora, por la situación que estamos atravesando, sobre todo ellos por el riesgo que supone el exponerse al virus, no están haciendo. Algo que se agrava todavía más en las personas demenciadas, ya que, si no tienen el contacto físico, las caricias de sus familiares y el poder ver sus rostros cada día, su alteración cognitiva va en aumento”.
Además, Vicente Pi ha querido denunciar la realidad que viven muchos ancianos en España cada día, y que no sale en las noticias, a causa del autoconfinamiento: “Hay adultos mayores que están casi un año sin salir de casa y no tienen relaciones sociales, por lo que pasan demasiado tiempo solos, algo que aumenta la situación de angustia que sufren y que al no tener personas cerca que les pueden aliviar la soledad y el miedo, o los recursos tecnológicos que tienen los jóvenes, provoca que se sientan muy desamparados”.
Muchos ancianos optan por el autoconfinamiento
Erótida Pérez tiene 80 años, vive en Valencia y hace más de cuatro meses que no sale de casa. “Me entretengo con la radio durante el día y por la tarde veo la novela, y así, me voy distrayendo. Cuando más noto la soledad es durante las comidas. Cuando mis hijos podían venir me lo comía todo, pero como ahora no pueden, ni vienen a cenar, ni vienen a nada, pues me lo tengo que tragar yo sola y hay veces que se me hace pesado y al final me lo dejo”, ha explicado Erótida desde la distancia detrás de la ventana de su casa. Desde que falleció su marido hace dos años, vive sola y admite que la pandemia está siendo muy dura y a veces tiene depresión por el aislamiento.
“Noto mucho la falta de mis hijos y nietos porque no pueden venir. El poder abrazarlos también es algo que echo mucho de menos. Solamente vienen, me dejan la compra y se van, y no les puedo dar un beso ni un abrazo ni nada, es lo que peor llevo. Además, como no puedo salir a la calle y hacer las cosas que antes hacía en mi recorrido diario, como ir al mercado municipal, al banco o a dar paseos por el parque y tomar el sol, me han recetado unas pastillas porque estoy baja de defensas”, ha insistido.
“A veces tengo depresión y me cuesta comer”, ha asegurado Erótida
Sin embargo, ha transmitido que se muestra esperanzada con la llegada de la vacuna de la Covid-19 y está ansiosa por ponérsela, ya que así “podrá salir a la calle y tendrá más confianza de que no la van a contagiar” o ella “no podrá contagiar”. “Tengo ganas de que me vacunen porque estoy en una edad de mucho riesgo y además soy diabética e hipertensa, y pienso que la vacuna me va a favorecer, ojalá nos la pongan pronto”, ha señalado.
Asimismo, la octogenaria ha asegurado que la pandemia le ha servido a sus 80 años para “aprender a usar las nuevas tecnologías”, ya que al principio sus hijos le enseñaron a “usar la tablet para ver las cosas” que le gustan y a hacer “vídeos en directo”, como ella los llama, con sus hijos y nietos. “Todos me llaman. Mis nietas y nietos. Es lo único que me queda”, ha apostillado.
A los 80 años Erótida ha aprendido a usar las nuevas tecnologías
La historia de Erótida, es solamente otra de las miles y miles de historias de lucha que cada día sufren los ancianos españoles por el autoconfinamiento forzado por la pandemia. En su caso, ha comentado que “lo lleva relativamente bien”, a pesar de sufrir de vez en cuando episodios depresivos. Pero como advierten los expertos, como Vicente Pi, son muchas las personas mayores en España las que están padeciendo los efectos colaterales de la pandemia como: la alteración de sus funciones cognitivas y el aumento de los trastornos mentales. Una pandemia silenciosa, que posiblemente, tarde en erradicarse mucho después de que la sociedad supere la que sí está en boca de todos.