La soledad no deseada en la vejez está relacionada con la pérdida de seres queridos, la enfermedad o el edadismo, y esta se ve acentuada por una sociedad cada vez más individualista. Como consecuencia de ello, uno de cada cuatro ancianos no recibe nunca visitas de sus personas más allegadas.
Los servicios sociales y sanitarios de las comunidades autónomas han registrado en lo que se lleva de año un repunte del 13% en abandono de ancianos. Una situación que se agrava más en verano. Asimismo, Cruz Roja tiene un informe que apunta a que una de cada cuatro personas mayores no recibe visitas nunca.
Se trata, pues, de personas mayores que se encuentran en completa soledad temporal o prolongada, al menos durante el tiempo que sus más familiares y amigos cercanos permanecen en sus residencias de verano o de vacaciones.
Cruz Roja profundiza en la situación anímica y emocional
Un estudio de la Cruz Roja se ha centrado en la vulnerabilidad social y, en específico, en las personas mayores, del que se han extraído conclusiones como las siguientes:
El 27% de las personas atendidas en dicha investigación no recibe visitas nunca o casi nunca. Una situación que se agrava con los problemas de salud propios de la edad o la falta de recursos suficientes para vivir de manera digna.
Además, el 23% no tiene con quien comentar sus problemas cotidianos. En el mismo estudio se refleja que el 38.8% no dispone de nadie que le pueda prestar una ayuda económica.
En consecuencia de esto, un significativo porcentaje del 45,3% cree que la sociedad les percibe como una carga para la economía y para la Seguridad Social.
El abandono de personas mayores a cargo de los hijos, un fenómeno creciente
El fenómeno de ancianos en situación de dependencia cuyos hijos o familiares directos rechazan hacerse cargo por un pasado de violencia o de abandono es algo incipiente pero poco investigado.
Se trata de una situación creciente debido al cambio de valores sociales. No obstante, el aislamiento de las personas mayores es un problema de gran alcance y trascendencia que se lleva trabajando en los sectores de los cuidados, políticas públicas y entidades sociales desde hace años.
De hecho, Cruz Roja tiene un informe que apunta a que una de cada cuatro personas mayores no recibe visitas nunca.
Asimismo, son varios los estudios que sugieren que la soledad no deseada, que es una experiencia personal negativa que no afecta a todas las personas que viven solas, ni únicamente a los solteros y viudos, incide especialmente en la población más joven y en los mayores, sobre todo en las etapas más avanzadas de la vida.
A pesar de que en España no existan datos oficiales en relación a esta situación, una investigación llevada a cabo por la Fundación La Caixa ha entrevistado a 14.000 personas que acuden a centros sociales y de ocio y ha concluido que el 68% de los usuarios de estos establecimientos experimentan, en cierta medida, sentimientos de soledad no deseada.
No obstante, el 53,6% de estos lo hace de manera moderada y solo un 14,8% de manera grave o muy grave.
Soledad variante en función del sexo de la persona
Respecto al género, no existen grandes diferencias en la incidencia, pero según esta investigación de La Caixa, sí hay diferencias en la percepción y sentimientos.
Por ejemplo, para los hombres mayores, la soledad está relacionada con la falta de apoyos o la carencia de amistades y, para las mujeres, es más un sentimiento de vacío y abandono. La soledad no deseada es un problema social y, en personas mayores, tiene que ver con un conjunto de factores desencadenantes, en un momento de la vida que suele caracterizarse por las pérdidas de seres queridos, la enfermedad y la cercaría al final del ciclo vital.
El edadismo, otro factor condicionante
El edadismo es otro de los factores que pueden incidir en la soledad no deseada ya que, bajo la premisa de la discriminación de la valía debido a la edad, se puede caer en sentimientos de soledad y apatía.
Además, según indica Sacramento Pinazo, coordinadora de la Comisión de la Soledad No Deseada de la Plataforma de Mayores y Pensionistas, sumado al edadismo interfiere que la sociedad es cada vez más individualista, algo que puede provocar un aislamiento de este colectivo.
Impacto directo en la salud
Esta realidad, por otro lado, tiene un vínculo estrecho con los problemas de salud. Los abuelos y abuelas que no tienen mucho contacto social, tienen un 39% más de posibilidades de morir.
Esta cifra se extrae de otra investigación paralela publicada en la revista médica BMC Medicine, la investigación señaló que las visitas de familiares y amigos son importantes en esa etapa de la vida.
En términos generales, hay mayor incidencia de este problema en personas con peor salud, dificultades de movilidad y menor contacto con sus familiares y el entorno. Diversos expertos en psicología afirman que la soledad provoca que estas personas se autoperciban con peor salud y tengan tendencia a aislarse y mantener menos relaciones sociales.
Los estudios indican que estados depresivos asociados a la soledad hacen que las personas que lo sufren se alimenten peor, no cumplan adecuadamente los tratamientos y, al salir en menor medida de casa, se ven agravados sus problemas de movilidad o hay más riesgo de caídas. La soledad también puede acelerar procesos de deterioro cognitivo o demencias.
Se trata de un fenómeno creciente y objeto de estudio por parte de los profesionales de la gerontología y psicología. El aislamiento y soledad de personas mayores se ve agravado por problemas propios de la salud y hay que hacer todo lo posible desde instituciones públicas y entidades sociales para potenciar mecanismos que hagan que estas cifras se reduzcan.