La sordera es uno de los principales problemas que surge con el transcurso de los años. Una de cada tres personas mayores de 60 años sufre pérdida de audición y este porcentaje se eleva a la mitad en el caso de personas con más de 85 años.
La sordera es la dificultad o incapacidad de usar el sentido del oído a causa de una pérdida de la capacidad auditiva parcial o total. En el caso de que la perdida sea parcial se le denomina hipoacusia y, en el caso de ser total, se le denomina cofosis. Al mismo tiempo, la pérdida también puede ser unilateral, cuando afecta a tan solo un oído, o bilateral, cuando afecta a ambos.
El oído es un órgano delicado, que con el paso de los años, sus células auditivas se deterioran y mueren. No hay que olvidar que el oído es el encargado de percibir desde sonidos, apenas audibles, hasta sonidos muy potentes, de distinguir el volumen y la distancia y de detectar la dirección de una fuente sonora con una total precisión.
La pérdida auditiva asociada al envejecimiento se le denomina presbiacusia. Se trata de una evolución natural y progresiva del canal auditivo, el cual, va perdiendo facultades a causa del desgaste de todos los órganos en general.
Tipos de sordera
Si nos basamos en la clasificación del Bureau Internacional de Audiofonología -BIAP-, la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS) podemos diferenciar diferentes tipos de sordera en base a varios criterios:
Según cuándo se produce:
- Sordera prelocutiva: hipoacusia que se produce antes de que el bebé aprenda a hablar.
- Sordera postlocutiva: hipoacusia desarrollada tras la adquisición del lenguaje y en donde ya no se puede hacer uso de una prótesis auditiva.
Según dónde se produce:
- Hipoacusia conductiva: existen alteraciones en la transmisión del sonido a través del oído externo y medio.
- Hipoacusia neurosensorial: pérdida sensorial del oído interno y pérdida neural que afecta al nervio auditivo.
- Hipoacusia mixta: cuando se produce en las dos áreas.
Según el grado de pérdida auditiva:
- Audición normal: Umbral de audición por debajo de los 20 dB
- Hipoacusia leve: Umbral de audición menor a 30 dB
- Hipoacusia moderada: Umbral de audición entre 30-50 dB
- Hipoacusia grave: Umbral de audición entre 50-80 dB
- Hipoacusia profunda: Umbral de audición entre 80-95 dB
- Anacusia: Pérdida total de la audición con un umbral por encima de los 95 dB
Causas de la pérdida auditiva
En algunos de los casos, la sordera acompaña al bebé desde el nacimiento por causas congénitas, otras veces, se produce debido a causas adquiridas y por el paso de los años. De entre estas causas podemos destacar varios factores.
El primero de ellos por infecciones virales, bacterianas o fúngicas. En segundo lugar, por cambios en la tiroides. Esta enfermedad principalmente causa una disminución general de las funciones orgánicas, con la posibilidad de provocar zumbidos y disminución de la agudeza auditiva.
Los medicamentos, concretamente los llamados ototóxicos, también pueden provocar daños auditivos si su tratamiento persiste con largos periodos o con una dosis muy elevada.
La PAIR, es una de las causas más escuchadas en el día a día, y es que la longeva exposición y con altos niveles de ruidos puede provocar la perdida auditiva. Así mismo, puede padecer sordera una persona cuyos oídos están perfectamente sanos de forma transitoria. Este tipo de problemas se experimentan de forma repentina tras la alta exposición a sonidos intensos, tal y como durante un concierto o un fuerte ruido.
Consejos para prevenir la sordera en personas mayores
Cuando pensamos en sordera, principalmente, lo relacionamos con un problema desarrollado en las personas mayores, y es que con el transcurso de los años, la perdida auditiva es un hecho muy presente en la mayor parte de la población a partir de los 60/70 años. Algunas enfermedades que se desarrollan en los ancianos como son la diabetes o la hipertensión pueden influir directamente en la aparición de la sordera.
A pesar de esto, es posible retrasar el problema siempre y cuando se traten de cuidar unos hábitos en nuestra vida, tales como:
- Realizar revisiones periódicas para valorar los niveles de audición.
- Ante la aparición de los primeros síntomas es importante acudir a un especialista de inmediato.
- Evitar el uso excesivo de auriculares y controlar el volumen de cualquier dispositivo.
- Realizar de vez en cuando una higiene auditiva evitando siempre el uso de bastoncillos.
- Secarse bien los oídos tras el baño, concretamente en invierno.
- Prescindir la sobreexposición a ruidos fuertes o utilizar protectores auditivos si la exposición frecuente a sonidos muy elevados es inevitable.