El COVID-19 sigue muy presente en nuestra sociedad y en nuestro día a día. Pero, con respecto a los primeros momentos más duros de la pandemia, hay algo que ha cambiado: la edad de las personas hospitalizadas.
Si al principio informábamos de la preocupante incidencia que este virus estaba teniendo en las personas mayores, ahora hablamos de los jóvenes.
¿A quién afecta más la nueva ola de COVID?
En esta nueva ola de casos tras el confinamiento, el nuevo perfil de la persona contagiada por coronavirus tiene tres características principales: joven, sano y asintomático.
Según el último informe emitido por el Instituto de Salud Carlos III, el intervalo de edad que mayor número de infectados concentra es el comprendido entre 15 y 29 años. Le sigue de cerca la población entre 40 y 49 años y entre los 30 y 39 años. Así lo podemos observar en esta gráfica sobre casos de COVID-19 notificados a la RENAVE con inicio de síntomas y diagnóstico posterior al 10 de mayo de 2020:
En cuanto al impacto del COVID-19 en las personas mayores de 60 años, este es mucho menor que en marzo, cuando casi el 70% de los ingresados en la UCI pertenecían a este grupo.
¿Por qué aumentan más los contagios de COVID?
La causa de este aumento de los contagios en los grupos de menor edad es debido a tres factores:
- La relajación de las medidas de control. Evidente es que cuando estábamos confinados, el contacto personal se redujo casi a la totalidad, por lo que el riesgo de contagiarse era mucho menor. Es normal que al reactivar la actividad, el número de contagios aumente y que, debido a que las personas jóvenes realizan mucha más actividad en el exterior que los más mayores, su posibilidad de contagio sea mayor. Recordemos que lo verdaderamente problemático de este virus, más que su letalidad en sí (que es alta), es la forma tan fácil que contagia y tan rápida que se propaga, lo que en cuestión de muy pocos días provoca el colapso de los hospitales.
- Los más mayores se han protegido más. El miedo al contagio ha hecho que las personas mayores se cuiden mucho de exponerse a riesgos que meses antes desconocían. Con ellos, también toda la sociedad en su totalidad, conscientes de la letalidad que el COVID-19 tiene en ellos, se ha esforzado por protegerles.
- Algunos jóvenes no han seguido las recomendaciones. Todos hemos visto imágenes de comportamientos de jóvenes sin cumplir ninguna de las recomendaciones y obligaciones marcadas por las autoridades sanitarias.
Por esto último y como prevención de que el número de contagios se dispare, casi la totalidad de las comunidades autónomas de nuestro país ha establecido la obligatoriedad del uso de mascarillas, aun cuando pueda mantenerse la distancia de seguridad.
Los nuevos brotes surgen ahora en los siguientes escenarios:
- Celebraciones familiares. En ellas, actuamos como si nuestros propios familiares no pudieran contagiarnos y, durante la mayor parte del tiempo, nos olvidamos de las prevenciones más esenciales.
- Ocio nocturno en el que, en muchas ocasiones, no se respeta la obligatoriedad de las mascarillas ni la distancia social. Discotecas y bares nocturnos han establecido rígidas medidas de comportamiento para los clientes, pero las situaciones más irresponsables suceden, sobre todo, en los alrededores de los locales o en lugares en los que los grupos de amigos se reúnen.
- Temporeros. En los trabajos de recolección hortofrutícola se han dado un número preocupante de trabajadores contagiados.
En esta nueva oleada ha cambiado la edad y también el pronóstico. Ahora, el paciente entra con un cuadro clínico menos grave y que, en la mayor parte de los casos, no requieren tratamiento en UCI.
No obstante, tal y como señalan los médicos, un paciente con 40 años hospitalizado por neumonía es algo “anómalo”. Por ello, los médicos no se cansan de alertar de que este virus afecta con una virulencia muy peligrosa a las personas jóvenes. De hecho, los últimos estudios alertan de que esta enfermedad daña el corazón hasta en los pacientes jóvenes con infección leve.
Además de las propias secuelas que el virus puede provocar en los jóvenes, su contagio pone más en riesgo la vida de los mayores que les rodean, pues los exponen a un contagio mucho más letal.
Por ello, aunque en las últimas semanas hemos conseguido frenar el contagio entre los más mayores, evitando las terribles cifras de fallecidos que sufrimos durante los pasados meses, no debemos (ni podemos permitir) que la situación se relaje y pongamos, de nuevo, en riesgo a tantos ancianos.
Sigamos manteniendo todas y cada una de las medidas de prevención necesarias para que el impacto del virus en los mayores siga bajando y nunca más volvamos a los terribles días que nunca podremos olvidar (pero sí, lograr no repetir). Hoy, la protección y vida de nuestros mayores dependen de nosotros.