Si por algo se caracterizan muchos pueblos de la provincia de Valencia es por sus calles céntricas, estrechas, de plantas bajas y casas bajas con puertas antiguas de madera y que casi siempre están habitadas por personas mayores.
Unas casas que, se acaba de confirmar, que se convirtieron en una trampa mortal para muchas personas mayores durante la DANA de Valencia. Concretamente, un total de 137 de los 216 fallecidos contabilizados en la provincia eran mayores de 70 años.
Así lo revela el balance oficial del Centro de Integración de Datos (CID) hecho público este jueves 14 de noviembre por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, y que reafirma lo que presuponía que era un secreto a voces: los grandes damnificados de esta tragedia natural han sido colectivos vulnerables.
El Centro de Integración de Datos es un órgano técnico que está integrado por una Oficina Forense y una Oficina de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con agentes especializados de la Guardia Civil y la Policía Nacional, y tiene como función principal reunir y supervisar los diferentes informes de identificación que se realicen por las distintas instituciones a las personas fallecidas en sucesos con múltiples víctimas, en virtud del RD 32/2009.
Los municipios donde se recuperaron más cuerpos sin vida son Paiporta (45), Catarroja (25), Valencia (16), Alfafar (15) Massanassa (11) y Benetússer, Torrent y Picanya (10).
Víctimas mayores e indefensas ante el descontrol del agua
Las conclusiones más significativas del citado informe son que 131 de las víctimas mortales son hombres y 85 son mujeres, 104 de los fallecidos tenían 70 o más años de edad (15 eran nonagenarios) y 26 de ellos eran extranjeros de 11 nacionalidades diferentes.
De hecho, el grupo de edad que más ha sido castigado por esta catástrofe natural han sido las personas situadas entre 80 y 90 años, ya que se contabilizan un total de 52 muertes.
El agua consiguió entrar a las casas de las personas mayores, incluso a las residencias de ancianos, como la de Paiporta, en la que murieron seis.
La tromba de agua se llevó por delante el muro perimetral del centro de personas mayores de Savia. En las habitaciones de la planta de abajo entró agua y seis residentes perdieron la vida.
Y la cifra pudo haber sido más amplia de no haber sido por los voluntarios y personal de la residencia. En el centro había en el momento de la inundación 110 residentes y, hasta la fecha, han sido evacuados trece de ellos, los que requieren de mayor atención y cuidado.
La otra cara de la moneda: nueve menores fallecidos
La otra realidad paralela que ha azotado ha sido la de la desaparición de menores y jóvenes con toda la vida por delante.
Entre 216 víctimas mortales hay que lamentar la muerte de nueve menores, y siete de ellos tenían menos de 11 años, mientras que el mayor tenía 16 años, según los datos del CID. Además, 10 de los fallecidos tenían edades comprendidas entre los 20 y 30 años.
El resto de muertos se engloban en las siguientes franjas de edad:
- Más de 60 años: 33
- Más de 50 años: 38
- Más de 40 años: 16
- Más de 30 años: 6
- Más de 20 años: 10
Víctimas de hasta 12 nacionalidades
Otra de las consecuencias de esta riada en Valencia son las víctimas extranjeras. En concreto, hay víctimas de hasta 12 nacionalidades distintas, siendo lógicamente los españoles los que más han fallecido en esta tragedia (190 muertos).
De los 26 extranjeros que han fallecido, la mayoría eran rumanos (9). El resto tenían las siguientes nacionalidades: Marruecos (4), China (4), Reino Unido (2), Ecuador (1), Venezuela (1), Ucrania (1), Holanda (1), Túnez (1), Colombia (1) y Paraguay (1).
El resto de víctimas mortales han sido localizadas en los siguientes municipios valencianos: Massanassa (12), Benetusser (10), Picanya (10), Torrent (10), Sedaví (9), Chiva (8), Cheste (7), Quart de Poblet (7), Riba-Roja (6), Utiel (6), Godelleta (4), Algemesí (3), Pedralba (3), Guadassuar (2), L’Alcudia (2), Alzira (1), Buñol (1), Loriguilla (1) y Silla (1).
La riada en Valencia dejó una herida imborrable en el mundo, con especial crudeza en las vidas de los más vulnerables. Los pueblos de calles estrechas y casas bajas, refugios de muchas personas mayores, se convirtieron en el caldo de cultivo para quienes no pudieron escapar de la embestida del agua.
Más de la mitad de los 216 fallecidos superaban los 70 años, una cifra que resuena en un paisaje marcado por la pérdida y la fragilidad de aquellos que habitaban estos barrios tradicionales. Nuevamente, una población que poco o nada puede hacer ante las inclemencias meteorológicas y que deja como lección que todavía queda mucho por mejorar en materia de movilidad y actuación sobre estas personas.