¿Es peligroso el frío para las personas mayores?

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Es muy común durante los meses de diciembre, enero y febrero que el frío llegue a sus picos más elevados en todo el territorio nacional. Las olas de frío pueden acarrear graves consecuencias si no se protege a los grupos más vulnerables, como son, por ejemplo, las personas mayores.

Un reciente estudio de la Universidad de Yale concluye que la exposición al frío de las personas mayores podría acarrear dolencias crónicas y problemas metabólicos. Otra investigación del Departamento de Ciencias del Deporte de la Universidad de Innsbruck (Austria) ha demostrado que, tanto el frío como el calor, desencadenan una respuesta de estrés en el cuerpo humano y pueden provocar problemas cardiovasculares, especialmente en los adultos mayores.

Por ello, conviene prestar mucha atención a las advertencias sanitarias y, tanto cuidadores como familiares, deben velar por garantizar el bienestar del adulto mayor durante esta época de temperaturas bajas.

¿Por qué las personas mayores tienen tanto frío?

Por lo general, la temperatura corporal de las personas se sitúa entre 35,8 y 37,2ºC. Para mantener esta temperatura, el cuerpo pone en marcha una serie de mecanismos que se encargan de equilibrar la producción de calor y su pérdida. Sin embargo, en la tercera edad es frecuente sufrir una serie de cambios en el organismo que alteran este sistema de termorregulación corporal.

Son muchos los estudios geriátricos que demuestran que los adultos mayores tienen una temperatura corporal más baja. De hecho, la edad en sí ya es un factor desencadenante de desajustes térmicos en el organismo.

Así, el envejecimiento conlleva un deterioro natural que afecta a la capacidad termorreguladora del organismo. Ya sea por el descenso en la tasa metabólica, el adelgazamiento de la capa de grasa debajo de la piel o la pérdida de elasticidad de los conductos sanguíneos, los adultos mayores tienen más complicaciones para generar y conservar el calor corporal.

¿Qué factores influyen en la sensibilidad al frío de las personas mayores?

Los factores que influyen en que las personas mayores sean más sensibles al frío son muy variados, de hecho, tener sensibilidad al frío puede ser síntoma de algún otro problema de salud a tener en cuenta:

  • Sistema circulatorio: una mala circulación de la sangre.
  • Enfermedades cardiovasculares, como el síndrome de Raynaud.
  • Problemas de la tiroides.
  • Enfermedades crónicas, como la fibromialgia.
  • Anemia.
  • Diabetes.
  • Colesterol alto.
  • Efectos secundarios de ciertos medicamentos.

Una infografía con los factores que influyen en la sensibilidad al frío de los adultos mayores.

¿Cómo saber si una persona mayor es más sensible al frío?

Para diagnosticar cuál es la causa de esta hipersensibilidad al frío, hay que realizar un examen físico extenso de la persona. En primer lugar, hay que comprobar el peso y el índice de grasa corporal del mayor. Además, también es imprescindible realizar un análisis de sangre.

En el análisis es importante fijarse en los valores de las hormonas tiroideas, comprobar si existe o no anemia, o si hay algún indicativo de otra enfermedad. Cuando se descartan estas causas y se sospecha de algo más grave como un trastorno hipotalámico, puede ser conveniente realizar otras pruebas complementarias.

Un anciano camina por una carretera con nieve a los lados.

Consejos para combatir el frío en la tercera edad

En este sentido, es de vital importancia para el adulto mayor que el cuidador o, en su defecto, los familiares, brinden los mecanismos necesarios para que la temperatura corporal del anciano no se resienta ni sufra variaciones bruscas en los meses más fríos.

Los geriatras plantean que los mayores se abriguen correctamente y recomiendan hacerlo con varias capas holgadas, en lugar de con tejidos más gruesos, para que se distribuya el calor entre la piel y la ropa.

Estos son algunos de los consejos que se pueden implementar para combatir las bajas temperaturas:

  • Proporcionar a las personas mayores una dieta saludable y equilibrada que les ayude a cuidar su sistema metabólico y circulatorio.
  • Mantener una temperatura confortable y cálida en el hogar, adecuada para garantizar su bienestar. Será muy importante dotarles de ropa de abrigo y ropa de cama adecuada para que se sientan cómodos.
  • Proteger al adulto mayor de la temperatura exterior al salir a la calle. Éste debe ir bien abrigado y conviene prestar especial atención a las manos y los pies. Para ello, son imprescindibles los calcetines cálidos transpirables y los guantes.
  • En la medida de lo posible, se recomienda estimular con actividad física al mayor, para que mantenga su sistema circulatorio activo y sano.
  • Mantener una correcta hidratación corporal.
  • Ventilar el hogar 10 minutos al mediodía, mientras el adulto mayor está en otra habitación.
  • Evitar las horas de mayor frío, es decir, a primera hora de la mañana y por la noche, o de madrugada.

Una anciana se suena con un pañuelo en claro gesto de incorporar un constipado.

La importancia de las campañas de vacunación en adultos mayores

Ante la llegada de las bajas temperaturas conviene prepararse para combatir posibles enfermedades de personas mayores ligadas al frío. El sistema inmunitario de las personas de edad avanzada se debilita y conviene prestar atención a los primeros síntomas de enfermedades asociadas al frío.

De esta manera, los expertos animan a que todos los adultos mayores se vacunen, especialmente contra el neumococo, la gripe, y ahora también contra la COVID-19.

Así, las vacunas han constituido una de las mejores herramientas para el cuidado de personas mayores ante la amenaza de bacterias y virus, muchos de ellos, emanados del frío.

Las vacunas ayudan al organismo de una persona mayor a crear anticuerpos protectores; proteínas que lo ayudan a combatir infecciones. Al vacunarse, se puede proteger al adulto y además evitar propagar enfermedades a otras personas cercanas.

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