La detección temprana de la ataxia es vital para retrasar la progresión de sus efectos. Por este motivo, los neurólogos coinciden en que es fundamental que prestemos atención a cualquier síntoma de descoordinación de los movimientos que nuestros mayores puedan manifestar.
Por este motivo, para contribuir a retrasar la progresión de la ataxia y comprenderla exponemos las siguientes líneas sus principales aspectos.
Ataxia enfermedad: qué es la ataxia
La ataxia es un trastorno caracterizado por la disminución de la capacidad para coordinar los movimientos.
No se trata pues, de una enfermedad en sí misma, sino de una manifestación como consecuencia de un proceso neurodegenerativo.
Diferencias entre ataxia y apraxia
Dado el gran parecido entre ambos términos, estos pueden llegar a confundirse. Pero, por supuesto, no son lo mismo.
La ataxia, como su etimología significa, quiere decir “sin orden”, por lo que, como se ha señalado con anterioridad, hace referencia a la imposibilidad para coordinar movimientos.
Por su parte, el término apraxia significa, por su etimología, “inacción” y constituye la imposibilidad para realizar movimientos voluntarios. Así, aunque la persona posea las capacidades físicas para emprenderlos, se ve impedido de poder llevar a cabo estas tareas previamente aprendidas.
La principal diferencia entre ambas es, pues, que la apraxia no presenta dificultad de coordinación de los movimientos, sino que directamente no puede realizarlos (pues hay una desconexión entre el concepto de cómo es el movimiento y cuál es la acción necesaria para poder efectuarlo).
Tipos de ataxia
Existen más de 300 tipos de ataxia. Esta larga lista podemos clasificarla de la siguiente forma:
No hereditarias
Constituyen aquellas ataxias adquiridas. Es decir, las que surgen como consecuencia de una enfermedad principal que el paciente ya sufre.
Estas suelen aparecer en la edad más adulta, por lo que son las que nuestros mayores más padecen.
Entre las ataxias no hereditarias más comunes se encuentran:
1. Esporádica. Se produce como consecuencia de las enfermedades neurodegenerativas que más habitualmente afectan a los más mayores.
Los pacientes suelen sufrir problemas posturales, temblores, dificultad en el habla, pérdida de reflejos y ataxia de la marcha, por lo que ven limitada en gran medida su autonomía.
Concretamente, en este último caso, la ataxia de la marcha se caracteriza por desviaciones laterales y pasos desiguales, así como por paradas constantes de la marcha.
2.Multisistémica. Se trata de un trastorno neurológico degenerativo poco común que afecta a las funciones involuntarias del cuerpo. Por ejemplo, incide en la presión arterial, la respiración o la función de la vejiga.
3. Ataxia por gluten. Se desencadena en las personas celíacas. Esto es, en aquellas que presentan una intolerancia al gluten.
Los principales efectos que esta ataxia provoca son la inestabilidad, la dificultad para mover las extremidades, la complicación para expresarse y problemas de visión.
4. Sensitiva. Denominada también ataxia medular, constituye aquella cuya lesión originaria se ubica en cualquiera de las vías sensoriales encargadas de transmitir información desde los órganos hacia el sistema nervioso central.
El síntoma más característico y que ayuda a diferenciar esta de los demás tipos de ataxia es el signo de Romberg positivo. Este se considera positivo cuando, al solicitarle al paciente que se mantenga en posición bípeda con ambos pies juntos y los ojos cerrados, este pierde el equilibrio de manera inmediata (llegando a caerse automáticamente).
Causas de Ataxias no hereditarias
Las causas de este tipo de ataxias son muy dispares:
- Traumatismo cerebral. Un daño en el cerebro o en la médula espinal como consecuencia de un golpe (causado, por ejemplo, por un accidente) puede desarrollar una ataxia que se manifiesta de forma inmediata.
- Accidente cerebrovascular. Si a una parte del cerebro no le llega la suficiente cantidad de sangre, esta deja de recibir los nutrientes y el oxígeno que necesita y las células de esa zona cerebral mueren.
- Enfermedades inmunitarias. Patologías de elevada gravedad como la esclerosis múltiple pueden causar ataxia.
- Infecciones. Aunque no es muy habitual, ciertas infecciones (como la varicela y la enfermedad de Lyme, entre otras) poseen entre sus complicaciones el desarrollo de la ataxia. No obstante, su presencia termina desapareciendo con el tiempo.
- Determinada medicación. Entre los efectos secundarios de algunos fármacos se encuentra la aparición de la ataxia. Es el caso, por ejemplo, de los sedantes, los antiepilépticos o algunos tipos de quimioterapia. No obstante, esta ataxia provocada por la medicación es, normalmente, reversible.
- Falta de ciertas vitaminas. La deficiencia de vitamina E, de vitamina B-12 o de tiamina puede conducir progresivamente a la ataxia.
- Problemas de tiroides. Tanto el hipertiroidismo como el hipotiroidismo pueden provocar el desarrollo de la ataxia.
Hereditarias
Existen algunos tipos de ataxia, así como ciertas enfermedades que causan la ataxia que son hereditarias. Esto ocurre por un defecto en determinado gen que produce proteínas anormales, lo que dificulta la función de las neuronas, provocando su degeneración, de manera que conforme la enfermedad progresa, la falta de coordinación se agrava.
Estas ataxias genéticas pueden ser heredadas de un gen dominante de uno de los progenitores o de un gen recesivo de ambos progenitores.
Trastorno autosómico dominante
Primeramente, hablamos del trastorno autosómico dominante y agrupa diferentes ataxias, entre las que se encuentran:
1. Espinocerebelosas. Debido a la degeneración de las células cerebrales y de la médula espinal, el paciente experimenta alteraciones en la fuerza, en la velocidad de movimientos y en la destreza de estos. En la mayoría de casos, el trastorno irá avanzando progresivamente, junto con sus síntomas.
2. Episódica (EA). Se trata de una ataxia que es provocada por el estrés, sobresaltos o movimientos repentinos que, en muchas ocasiones, se asocian con espasmos musculares. Durante estos episodios, es posible que se sufran vértigos, fatiga y debilidad muscular.
La perdurabilidad de estos efectos puede ser muy variable según el tipo de ataxia episódica (hay ocho), de forma que unos pacientes pueden padecerla durante 30 minutos y otros durante varios días.
Trastornos autosómicos recesivos
En el segundo caso de ataxias hereditarias (recordemos, aquellas que el gen recesivo procede de los dos progenitores) se denominan trastornos autosómicos recesivos y engloban ataxias como las siguientes:
1. Ataxia de Friedreich. Conlleva daños en el cerebelo, la médula espinal y los nervios periféricos. Estos últimos son los encargados de trasladar señales desde el cerebro y la médula espinal hacia los músculos.
Los efectos de la misma avanzan, principalmente, hacia los brazos y el tronco. Con el paso del tiempo, los músculos se debilitan y se atrofian, lo que ocasiona deformidades, especialmente en los pies, las piernas y las manos.
Junto con ello, otros efectos de la ataxia de Friedreich son la fatiga, el arrastre de las palabras, movimientos oculares involuntarios, pérdida auditiva o enfermedades cardíacas, entre otros.
Algunos pacientes que poseen los síntomas muy desarrollados suelen fallecer en la edad adulta, mientras que otros en los que la ataxia se manifiesta con menor virulencia pueden llegar a vivir hasta los 70/75 años.
2. Telangiectasia. Se trata de un trastorno poco habitual y progresivo propio de la infancia que causa el deterioro del cerebro y de otros sistemas del organismo. Esta patología ocasiona, al mismo tiempo, un debilitamiento del sistema inmunitario (lo que supone un factor de riesgo para la aparición de otras enfermedades, como tumores o infecciones).
3. Óptica. Comprende un trastorno de la coordinación entre la visión y el movimiento. Los pacientes que la sufren son capaces de describir lo que ven pero, sin embargo, incapaces de acertar con sus movimientos (por ejemplo, abrocharse la cremallera de la chaqueta).
4. Cerebelosa. Se produce como consecuencia de un daño en el cerebelo al nacer, provocado este por un virus. La esperanza de vida de la ataraxia cerebelosa alcanza hasta, aproximadamente, los 65 años.
5. Enfermedad de Wilson. Los pacientes que la sufren acumulan cobre en diferentes órganos del cuerpo, como en el cerebro o el hígado. Será aquí, de especial importancia, un diagnóstico temprano de esta para evitar el agravamiento del daño neurológico.
Ataxia tratamiento
No existe un tratamiento para la ataxia específico, sino que este dependerá del origen de la misma el que se prescriba al paciente.
En los casos en los que está producida por la toma de ciertos medicamentos, los síntomas desaparecerán con la suspensión de estos.
En otros tipos de ataxia, la fisioterapia a domicilio para adultos mayores ayudará enormemente a mejorar la coordinación y capacidad de movimiento.
Asimismo, en determinados casos, también será conveniente un tratamiento farmacológico que incida directamente en los efectos que la ataxia produce (como, por ejemplo, medicamentos para la depresión, la rigidez muscular o los temblores).
Al mismo tiempo, los mayores requerirán terapia cognitiva para evitar que avance el deterioro de las funciones cerebrales. Entre los tipos de terapia más comunes se encuentran la terapia ocupacional para ayudar a las tareas cotidianas (cómo alimentarse) y la terapia del habla para mejorar el habla y ayudarle a tragar.
Igualmente, junto con el tratamiento propiamente físico, no hay que olvidar la ayuda emocional que nuestros familiares mayores necesitan.
Por último, la ataxia producida como consecuencia de ciertas enfermedades, como la esclerosis múltiple o la parálisis cerebral, no puede tratarse.
Pero cuando este es el caso de nuestro mayor, el médico puede recomendarle aparatos adaptativos, como andadores, utensilios modificados para comer o dispositivos de comunicación para hablar.