8 consejos para cuidar la piel de las personas mayores

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Daniel Ibiza

Por: Daniel Ibiza

CEO-fundador, trabajador social

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Los cambios en la piel son uno de los signos más evidentes del envejecimiento. De hecho, más del 90% de las personas mayores padece algún tipo de trastorno de la piel.

Esta cumple amplias funciones, entre las que se encuentran:

  • La capacidad de percepción del tacto, del dolor y de la presión gracias a los receptores nerviosos que contiene.
  • Ayuda a controlar el equilibrio de líquidos.
  • Ayuda a controlar la temperatura corporal.
  • Protege de factores externos.

Con el envejecimiento, la capa externa de la piel (epidermis) sufre un adelgazamiento que la hace más frágil, teniendo una apariencia de más palidez y transparencia y desencadenando un mayor riesgo de que se produzcan heridas y lesiones en la piel.

Igualmente, con el paso de los años, la grasa subcutánea adelgaza, lo que provoca que esta ofrezca un menor aislamiento para nuestro mayor, reduciendo, consiguientemente, su capacidad de conservar la temperatura corporal. Del mismo modo, al perder dicha capa, se reduce también su capacidad de absorción de medicamentos tópicos (aquellos que se aplican a través de la piel).

Por todo esto, es fundamental, si queremos que nuestro mayor posea una adecuada calidad de vida, que cuidemos su piel. Más en esta época estival en la que nos adentramos, en la que la piel está expuesta a mayores riesgos.

Para conseguirlo, habremos de seguir los siguientes consejos:

Hidratarse gracias a la dieta

En verano, la piel tiende a resecarse y los mayores pueden sufrir grietas que les pueden provocar pequeñas heridas molestas y difíciles de curar. Para evitarlo, el organismo debe estar hidratado permanentemente. La mejor forma de hacerlo es a través del consumo estable y suficiente de agua (entre 6 y 8 vasos de agua al día).

Junto con el agua, otros alimentos frescos aportarán a nuestro mayor los niveles de agua que necesita. Tal es el caso de alimentos como la sandía, el tomate, el pepino, la calabaza, las espinacas o las acelgas.

Vestir ropa ligera

Usar prendas de tela ligera y tonos claros protege a nuestro familiar del sol en sus salidas al exterior.

Con estas prendas, debemos evitar dejar al descubierto zonas del cuerpo que pueden verse afectadas por los fuertes rayos del sol. Una de ellas es el cuero cabelludo, por lo que es necesario acompañar esta vestimenta con accesorios que lo cubran, como sombreros o gorras.

No salir durante las horas de más calor

La actividad física de las personas mayores mejora su envejecimiento, así como su capacidad cognitiva y su estado emocional. Pero, en el periodo estival, hay que evitar salir durante las horas en las que el sol irradia con mayor fuerza. Este es el intervalo entre las 12:00 y las 17:00h.

Igualmente, aunque durante estas horas se permanezca en el hogar, en él también debemos tomar precauciones. Lo más recomendable en este espacio del día es bajar las persianas para impedir que el sol entre directamente.

Aplicar protección solar

Aunque las prendas cubran por completo todas las zonas corporales de nuestro mayor o los paseos que realizamos se lleven a cabo durante las horas menos peligrosas, siempre deberemos aplicarle protección solar. Con ella, impediremos que sufra daños como quemaduras solares, manchas o erupciones cutáneas.

Un recordatorio: la crema solar debe aplicarse 30 minutos antes de la exposición al sol.

Agua templada para bañarse

La temperatura del agua del baño debe ser similar a la temperatura corporal.

Siempre atenderemos las preferencias de temperatura de nuestro mayor con el fin de que la ducha sea un momento agradable y placentero, pero el agua nunca puede estar demasiado caliente.

En cuanto a la duración de las mismas, las duchas deben ser cortas porque estar bajo el agua durante un tiempo excesivo provoca que la piel pierda su protección natural y tienda a deshidratarse con más facilidad.

Usar jabones suaves y mantener una buena higiene

Los mejores jabones son aquellos que no contienen detergentes, de forma que no irritan la piel. Tras su uso, conviene aclarar la piel con abundante agua para que no quede en ella ningún resto de este. Antes de vestir a nuestro mayor, le aplicaremos crema hidratante en todo el cuerpo, especialmente en las zonas de la cara, las axilas, el área genital, las manos y los pies.

Revisar periódicamente la piel

Del mismo modo que otras partes del organismo requieren ser revisadas con asiduidad, el chequeo regular de la piel es, también, de suma importancia.

Así, revisaremos a diario si se le ha producido alguna herida o úlcera que no termina de cicatrizar, pues son especialmente comunes en ancianos y la intervención en los primeros días es fundamental para asegurar una cura menos molesta y dolorosa.

Del mismo modo que las úlceras, también hay que revisar las pecas, manchas y lunares, comprobando si han aumentado su forma y tamaño. En caso de ser así, se deberá acudir cuando antes al dermatólogo.

Estar acompañados

Todos los cuidados anteriores solo pueden ser proporcionados mediante una atención íntegra y permanente. Esta es la que ofrecen los cuidadores que en Aiudo seleccionamos. Como profesionales, conocen a la perfección el tipo de cuidados que cada piel, según las necesidades de cada caso específico, requiere.

Sabemos que, para nosotros, lo más importante es el bienestar de nuestro familiar y este tipo de cuidados especializados y personalizados son los que, en esta etapa de su vida, merecen.

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