Quien mantenga a padres o abuelos habrá podido comprobar que, salvo casos concretos, no ingieren la misma cantidad de comida que la gente joven. Las personas tienen menos hambre a medida que se hacen mayores. Esto parece ser un fenómeno bastante frecuente a partir de cierta edad que, según algunas investigaciones, puede responder a los cambios en la percepción del gusto y el olfato, junto con alteraciones en la regulación hormonal.
No obstante, no sentir esa necesidad de comer puede llevar a deficiencias nutricionales que, con la edad, puede hacer que se pierda masa muscular, con todo lo que ello supone en términos de salud.
El cerebro se encarga de gestionar los niveles de hambre
El hipotálamo es la zona del cerebro que se encarga de enviar señales para estimular el apetito. Estas señales pueden producirse por factores como niveles bajos de azúcar en sangre o el estómago vacío, pero también por otras causas.
Una gripe o una alergia nos puede quitar el hambre. Los cambios hormonales pueden estimular o suprimir el apetito. También se puede perder el apetito con la edad.
Así, el hipotálamo recibe la siguiente información sobre la conducta alimentaria:
-
Señales nerviosas del tubo digestivo que portan información sensitiva acerca del llenado gástrico.
-
Información química de los nutrientes de la sangre (glucosa, aminoácidos y ácidos grasos) que indican la saciedad.
-
Señales de las hormonas gastrointestinales.
- Señales de las hormonas liberadas por el tejido adiposo.
- Señales de la corteza cerebral (visión, olfato y gusto) que modifican la conducta alimentaria.
Los motivos del por qué se pierde apetito con la edad
Que la necesidad de comer disminuya ha sido objeto de estudio. Algunas investigaciones, como la publicada en el National Center for Biotechnology Information, apuntan a que los cambios en la percepción del gusto y el olfato, junto con alteraciones en la regulación hormonal, contribuyen a la disminución del apetito.
Así, una persona de 70 años puede consumir hasta un 20% menos de alimentos que una de 26. Al mismo tiempo, las personas mayores estudiadas en una de estas investigaciones tenían un 25% menos de hambre al despertarse, y se sentían un 37% más llenas después de comer, comparadas con las más jóvenes.
Otro de los motivos de peso que hace que ciertas personas de edad avanzada no ingieran la suficiente comida son las afecciones médicas más comunes en las personas mayores, como los trastornos gastrointestinales o los problemas dentales, que inciden directamente en la pérdida del apetito, algo que también está relacionado con las alteraciones en la composición de la microbiota intestinal con la edad.
Además, la interferencia directa de algunos medicamentos, sobre todo antibióticos, en el déficit de comer, ha quedado demostrada, sobre todo por sus efectos secundarios o su capacidad de absorción de nutrientes de los alimentos.
Asimismo, los factores psicológicos, como la soledad y el estrés y, en especial, la depresión, así como la pérdida de capacidades cognitivas, agravan aún más los cambios en los hábitos alimentarios de las personas a medida que envejecen.
De hecho, en muchas ocasiones la falta de apetito en el anciano está relacionada con un cuadro depresivo.
¿Las personas mayores deben comer menos?
Uno de los grandes mitos más extendidos sobre las personas de edades más avanzadas es que deben comer en menor cantidad ya que, al tener menos actividad deportiva, tienen menos requerimiento de energía.
No obstante, con la edad disminuye el proceso de síntesis de proteínas fisiológicamente. Es decir, conforme se cumplen años se reduce la capacidad de generar proteínas a través de nutrientes.
Es por ello que, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) insisten en que las personas mayores deben seguir una dieta equilibrada, del mismo modo que el resto de la población.
Estas son las calorías que recomienda el National Institute on Aging para personas mayores:
Para una mujer | Calorías |
---|---|
No activa | 1.600 |
Moderadamente activa | 1.800 |
Con estilo de vida activo | 2.000-2.200 |
Para un hombre | Calorías |
---|---|
No activo | 2.000-2.200 |
Moderadamente activo | 2.200-2.400 |
Con estilo de vida activo | 2.400-2.600 |
En otras palabras, la cantidad que un anciano debe comer depende de qué tan activo sea. La energía que el cuerpo obtiene de los nutrientes de los alimentos que se ingieren se mide en calorías. El cuerpo necesita una cierta cantidad de calorías cada día, según su nivel de actividad y otros factores, para mantener su peso actual. En general, cuantas más calorías se ingieran, más activa debe ser una persona de más de 65 años para mantener su peso.
Es importante destacar que la falta de nutrientes, especialmente de proteínas, repercute directamente en un mayor riesgo de caídas en el anciano, fragilidad, o fracturas de cadera, úlceras por presión, mayor tiempo en la recuperación tras una visita a un hospital, entre otros problemas de huesos. Por tanto, las personas mayores que no comen lo suficiente tienen una peor calidad de vida y un sistema inmunitario debilitado.
A medida que se envejece, además, disminuye la masa muscular, con lo que decrece el metabolismo basal, que es la energía que se utiliza cuando se está en reposo. Tener un metabolismo más bajo hace que se pierda el apetito.
En conclusión, se recomienda en la tercera edad no perder los hábitos de la actividad física, ya que esto hará que se coma alimentos mejores y, por ende, la situación mejore. Por ejemplo, una recomendación de expertos geriátricos es realizar ejercicio aeróbico tres veces por semana, como pueda ser caminar.