La historia de la lotería en España: la ilusión se mide en décimos y arrugas

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Lorenzo Gómez

Por: Lorenzo Gómez

Periodista, redactor experto en gerontología

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Si por algo se caracteriza España es por ser un país en el que la tradición tiene un gran arraigo. Uno de los máximos exponentes de ese arraigo es la Lotería de Navidad que, año tras año, se ha convierte en una auténtica corriente de masas. Más aún entre personas mayores, quienes son los abanderados de este movimiento que se produce los últimos meses del año.

Se estima que el año pasado se gastó una media de 69,36 euros por persona en la compra de este juego. Es decir, cada español se llevó algo más de tres décimos. Así, y según los datos de población del INE, los mayores de 65 años jugaron en 2022 más de 645 millones de euros. Unas cifras que, sin embargo, aún podrían ser superiores, puesto que los mayores en España son los que más Lotería de Navidad compran.

Según el informe del Consejo Empresarial del Juego, elaborado por José Antonio Gómez Yáñez, socio de Estudio de Sociología Consultores y Titulado Superior del CIS, el 90% de quienes compran lotería lo hacen por costumbre y compran sus décimos o participaciones en papel.

Pero este centenario juego esconde tras de sí una historia digna de ser inmortalizada: un origen místico, ligado a la Monarquía, y un sistema difícil de llevar a la práctica en sus inicios. Todos los ingredientes necesarios que hacen que, la historia de la Lotería en España se haya convertido en un fenómeno de masas.

Origen de la lotería en España

La tradición de la Lotería de Navidad se remonta al año 1812, cuando se estableció oficialmente durante el reinado de Carlos III y teniendo como fecha oficial el 22 de diciembre de cada año.

Antes, el 30 de septiembre del año 1763, Carlos III promulgó un decreto en el que declaraba su firme propósito de controlar la práctica de los juegos de azar en España.

Prohíbo que las personas estantes en estos reinos, de cualquier calidad y condición que sean, jueguen, tengan o permitan en sus casas los juegos de banca o faraón, baceta, carteta, banca fallida, sacanete, parar, treinta y cuarenta, cacho, flor, quince, treinta y una envidada, ni otros cualesquiera de naipes que sean de suerte y azar“, sentenció. Sólo un juego gozaba del beneplácito del monarca ilustrado, precisamente el que había decidido introducir en España en virtud de ese mismo decreto: la lotería.

El Rey por aquel entonces conocía perfectamente la costumbre por la Lotería de Nápoles, territorio que gobernó.

Si la prohibición de los otros juegos cayó en saco roto, el de la “Lotería de Madrid”, como empezó llamándose, emprendería enseguida una carrera de éxito que, siglos más tarde, aún no se ha detenido.

Dada la magnitud de este tipo de acontecimiento, los boletos de lotería se empiezan a poner a la venta por el mes de julio, es decir, unos 5 meses antes del sorteo de Navidad.

Unas manos de un señor mayor con unos décimos de lotería encima de una mesa.

Problemas presupuestarios, procedencia italiana y estructura compleja

Durante los siglos XVII y XVIII la Hacienda Pública estaba aquejada de graves desequilibrios presupuestarios, no existía capacidad para crear nuevos tributos, se había renunciado a la política como una forma de obtener recursos adicionales, y es entonces cuando se pensó en importar el modelo de lotería napolitano.

La lotería constituyó una preciada fuente de ingresos para la monarquía, y encajaba a la perfección en la política de incremento de tasas e impuestos y de establecimiento de monopolios, como el de la venta de tabaco, que Carlos III aplicó al subir al trono.

La lotería en España en origen tenía una estructura muy compleja. En primer lugar, había que elegir 5 números entre el 0 y el 90. Después, las combinaciones eran diferentes, ya que primero había un extracto simple, donde se escogía solamente un número y si resultaba que coincidía con uno de los cinco números que salían del sorteo, resultaba premiado directamente.

Asimismo, había un extracto compuesto que consistía, no solamente en adivinar el número, sino acertar el número y el orden en el que salía dentro de la extracción.

Había también un ambo, que era cuando se elegían dos números, un terno, cuando se escogían tres.

Por ello, en el año 1811 las Cortes de Cádiz decidieron cambiar el sistema y es cuando comenzó la lotería de billetes, que es como se conoce actualmente.

Dicha lotería, cuyo primer sorteo fue en marzo de 1812 pasó a denominarse “Lotería Moderna“, frente a la lotería primitiva, en la que había que decidir cuáles eran los números que tocaban.

Para entender el juego se pusieron a disposición del público dos manuales: La Cábala, del gitano cabalista del año 1850, quien llegó a predecir cuáles eran los número que iban a salir premiados, los infalibles, del año 1850 y 1851.

Una imagen en blanco y negro de bolas de lotería y un libro que era un manual antiguo.

El gitano cabalista llegó a desarrollar el triángulo cabalístico, basándose en una especie de juego de cartas, en la que se combinaba diversos números que permitía que salieran determinadas apuestas.

En el año 1857, José Carrión, otro de los especialistas del país en el uso del juego, introdujo otro sistema para la selección de los números, llamado “El talismán de los sueños” que, venía a demostrar que, en función de lo que se soñaba, salía un número.

Por ejemplo, llegó a demostrar que si se soñaba con pulgas había que apostar por el número 45, el 57 y el 78.

La implantación de este tipo de juego en el territorio nacional no fue una tarea sencilla, ya que el monarca instó al director de la lotto napolitana, José Peya, quien sentaría las bases de la reglamentación, acompañado de un grupo de posteros, es decir, los dueños de los puestos de lotería, a ser una de las personas abanderadas de la llegada de la lotería en España.

El objetivo, evitar y prevenir fraudes y, en su defecto, servir para sufragar hospitales, hospicios y otras obras públicas.

Peya trabajó junto con sus compañeros en crear manuales para los jugadores, en el que había un total de 90 números posibles, de los que serían los premiados tan solo cinco, llamados extractos, ya que en el sorteo se extraían de un arca las bolas con números.

El “extracto simple” daba premio cuando salía el número elegido. En el extracto “determinado” debía acertarse el número y la posición en la que saldría (primero, segundo). Para jugar un “ambo” se escogían dos números, y para el “terno” se elegían tres. Esta última apuesta daba el premio más suculento, de modo que en el lenguaje popular se decía “caer el terno” como en la actualidad “tocar el gordo”.

La figura de Ciriaco González Carvajal

Pese a que la Lotería de Navidad, tal y como se conoce, surgió en 1811, no fue hasta el 18 de diciembre de 1812 cuando se celebró por primera vez el sorteo de la Lotería de Navidad, a la que el pueblo llamada “Lotería Moderna”, para poder diferenciarla de la Lotería Primitiva, creada en 1763 en pleno reinado de Carlos III.

No obstante, la idea inicial fue de un político sevillano que era, por aquel entonces, Ministro del Consejo y Cámara de Indias. Su nombre, Ciriaco González Carvajal.

Este político fue quien impulsó “La Moderna”, basándose en un sistema de recaudación que ya existía, la lotería. La primera vez que un “niño de la suerte” cantó un premio en España fue un 9 de marzo de 1771. 

Para crear lo que conocemos como la Lotería Nacional el sevillano se inspiró en la que, desde 1771, funcionaba en México.

Dicho sorteo tuvo lugar cuando Carlos III era rey, quien importó esta costumbre desde Nápoles. En 1897 se incluyó en los billetes el título de: “Sorteo de Navidad”. Como consecuencia de la Guerra Civil se celebraron dos sorteos: uno en Barcelona, y otro en Burgos. Y en 1957 se emitió el primer sorteo televisado de la historia.

Por su parte, el Colegio de San Ildefonso pasó a ser mixto, lo que propició que se incluyesen niñas en el sorteo de la lotería en el año 1984.

Con las fiestas navideñas próximas, las casas de lotería comienzan a llenarse. La magia de la Navidad tiñe de ilusión a familias enteras presididas por los más mayores, que van visto cómo la vida de la “pelota de la suerte” ha ido marcando sus vidas de generación en generación.

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