En Aiudo, hemos tenido el privilegio de dar comienzo al nuevo año entrevistando a Don Lázaro González García, Presidente de la Asociación Contra la Soledad y Presidente de la Comisión de Soledad No Deseada de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP). Se trata, sin duda alguna, de una voz referente en el sector de la tercera edad en nuestro país y uno de los mayores expertos en cuestiones de envejecimiento.
Su trayectoria profesional se extiende a lo largo de 40 años, en los que ha desempeñado diferentes cargos directivos en empresas y administraciones públicas. Desde que se jubiló, trabaja en movimientos sociales dedicados a promover el envejecimiento activo y a combatir la problemática de la soledad no deseada, una verdadera epidemia del siglo XXI que afecta a medio millón de personas mayores de 85 años en nuestro país.
Antes de entrar de lleno en el tema principal de esta entrevista, nos gustaría tratar brevemente una noticia de actualidad. El Gobierno ha aprobado una subida de las pensiones de en torno al 8,5% para 2023. ¿Qué va a suponer este incremento para las personas mayores?
Me parece una medida justa y obligada para pensionistas, que en su inmensa mayoría no tienen otros ingresos que una pensión pública y que han visto cómo la inflación de 2022 ha deteriorado seriamente su nivel de ingresos y podía conducir a la pobreza a numerosas personas mayores, si no se hubiera respetado la voluntad política acordada en el Pacto de Toledo de acompasar las pensiones a la subida del IPC anual.
¿De qué manera afectará a su calidad de vida?
Pienso que la subida de las pensiones ayuda a mantener, sin empeorar, la calidad de vida no solo de los pensionistas, sino de más de dos millones de sus familiares jóvenes que, sin ayuda de sus padres jubilados no habrían podido subsistir, y menos aún hacer un proyecto de vida independiente, en las sucesivas crisis económicas a partir de 2008.
La subida de las pensiones y la calidad del empleo de los jóvenes van unidas. No se trata de un privilegio de los jubilados a costa de los jóvenes, sino de un sistema de solidaridad intergeneracional que se basa en las cotizaciones y en los casos de más necesidad, como son las pensiones no contributivas, en la solidaridad fiscal a través de los presupuestos del Estado.
Mantener la solidaridad intergeneracional y la solidaridad fiscal va a ser esencial para garantizar una mínima calidad de vida en las próximas décadas para todos los españoles.
Una de las principales preocupaciones de los profesionales del ámbito sociosanitario es el aumento que se ha detectado en los últimos años de la soledad no deseada entre las personas mayores. Pero, ¿qué entendemos exactamente por soledad no deseada?
La soledad no deseada, para las personas que la sienten con frecuencia o siempre, consiste en percibir que carecen de unas relaciones cercanas que les ayuden a vivir sin angustia y a no sentirse abandonados. Es una situación personal que no han elegido ni buscado. Es como sentir que no importamos a nadie y que en caso de necesidad no tenemos a quien acudir para que nos ayude.
El sentimiento de soledad es uno de los miedos existenciales más terribles, junto al miedo a la enfermedad y a la muerte. Produce sufrimiento, conduce con frecuencia al abandono de sí mismo, a la pérdida grave de autoestima, a la pérdida de ganas de vivir y, en consecuencia, a abandonarse a una muerte prematura o a veces a buscarla a través del suicidio.
La soledad no es lo mismo que el aislamiento social que se manifiesta en la carencia de relaciones, porque hay soledades que se eligen. Hoy podemos tener miles de amigos en las redes sociales o compañeros en las celebraciones, pero sentirnos solos en la multitud. Soledad y aislamiento social son, sin embargo, realidades próximas, por lo que algunos países las suelen abordar juntas en los datos estadísticos y programas de atención.
De todas formas, la soledad no deseada es una situación muy desconocida e invisible. Se da en todas las edades, dependiendo de las pérdidas vitales y circunstancias individuales. Hemos de conocerla mejor y comprender que hay soledades distintas, aunque abunden más en las personas mayores.
¿Qué porcentaje de personas mayores se ven afectadas por la soledad en nuestro país?
Es difícil dar una cifra exacta, por escasez de estudios globales. Los recientes estudios europeos en los que se incluye nuestro país, suelen mostrar un porcentaje superior al 10% para el conjunto de la población. El Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada de la ONCE, en un estudio de este mismo año 2022, da un 11,6% de personas de la población total adulta que percibe que están en situación no deseada.
Si nos centramos en la soledad no deseada de las personas mayores este porcentaje aumenta considerablemente. El grupo de personas mayores es muy heterogéneo, pues somos en torno a un 20% de la población y antes de terminar esta década se estima que será el 25%. Y más de dos millones de personas mayores viven solas.
Probablemente, las personas entre 65 y 75 años no se desvíen demasiado de ese porcentaje de soledad sentida del conjunto de la población adulta. Esto gracias a las condiciones de bienestar que han mejorado en las últimas décadas. Sin embargo, a medida que avanzamos en edad el porcentaje de soledad sube dependiendo de las condiciones de vida. Las personas sin techo pueden sentirse solas en su inmensa mayoría. Son el primer grupo de personas solas. Según el citado estudio del Observatorio Estatal, las personas con discapacidad son el segundo grupo más solitario, que alcanza casi al 37% de todas las personas discapacitadas.
En España hay casi medio millón de personas de más de 85 años que viven solas, muchas de ellas dependientes, de las cuales más de 360.000 son mujeres. ¿Qué porcentaje de este medio millón de personas se sienten solas?. Pues seguramente más del 50%, sobre todo si la edad avanzada va acompañada de la enfermedad o la pobreza.
Por tanto, el problema es muy serio con seguridad. Pero los datos estadísticos son escasos y es urgente disponer de más estudios.
La pandemia ocasionada por la COVID-19 puso de manifiesto la situación de soledad en la que se encuentran muchos ancianos. Hablemos de cifras, ¿cuánto se ha incrementado la soledad no deseada en personas mayores en España?
Pienso que el COVID-19, en su momento más grave, aumentó al menos 8 puntos los sentimientos de soledad en el conjunto de la población, si nos basamos en la Encuesta de Salud Mental de los Españoles publicada por el CIS a principio de 2021. Sin embargo, un dato curioso es que este sentimiento de soledad aumentó más en las personas jóvenes que en las mayores, tal vez porque estas ya estaban familiarizadas con la soledad. El 19,5 % de toda la población se sintió sola y el 33,2% sintió miedo y preocupación de estar sola y aislada socialmente.
Nos faltan datos desglosados por edades sobre las personas mayores, pero la terrible realidad de tantos miles de personas dependientes muertas tanto en las residencias de mayores como en sus casas nos hace pensar que el sentimiento de soledad y abandono fue aterrador. El informe de Médicos Sin Fronteras sobre las residencias describe escenas desgarradoras de personas encerradas y sin contacto con sus familias, muchas de las cuales murieron solas. Esto puede dar una idea de la situación que se vivió.
¿Crees que la sociedad es consciente de esta realidad?
Creo que la sociedad está tomando conciencia poco a poco de la gravedad del problema. La pandemia nos ha hecho despertar un poco y también el aumento en los últimos años del número de suicidios.
No obstante, falta mucho para que la mayoría de la población y algunas autoridades tomen plena conciencia de la prioridad que tiene atender la soledad no deseada. Esta toma de conciencia ha de empezar desde la educación en la infancia y juventud, debe también promoverse en campañas periódicas contando con la ayuda en los medios de comunicación, a través de actos de la creación de espacios de convivencia en todos los pueblos y ciudades del país. El principal lema de estas campañas debe ser: Hay que aprender a vivir juntos y preocuparnos de acompañar a aquellas personas que no lo pueden lograr.
La OMS ha definido esta situación como “una epidemia emergente”. ¿Envejecer en soledad puede acarrear algún problema para la salud física y mental?
Por supuesto que sí. La soledad no deseada afecta gravemente a la salud física. Algunos estudios de otros países han puesto en evidencia que la soledad no deseada aumenta la probabilidad de mortalidad en ocasiones hasta un 26%. Que supone un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y coronarias. Que tiene un impacto similar a la obesidad o el tabaquismo. Que es un riesgo de incremento de la hipertensión. Y en general que aumenta la fragilidad física.
Los impactos en la salud mental son si cabe aún mayores: Las personas solitarias son más propensas a la depresión a veces continua y muy grave. Aumenta el riesgo de deterioro cognitivo y demencia, sobre todo en las personas mayores. Y tanto en la juventud como entre los adultos mayores, predice un aumento de suicidios. Al sentirse abandonados y que no importan a nadie, pierden las ganas de vivir.
¿Hay épocas en las que esta situación se evidencia más que en otras? Nos referimos, por ejemplo, a las festividades navideñas en las que nos encontramos.
El sentimiento de soledad no elegida con frecuencia es permanente, aunque aumenta ciertamente en las fiestas navideñas y en otras ocasiones en que las personas suelen buscar encontrarse con sus familiares y allegados. Cuando uno no tiene con quien reunirse, siente más esa pérdida.
Es muy loable que estas fiestas nos inciten a pensar en los demás y dar compañía a quienes no la tienen. Pero la situación solo cambiará cuando los 365 días del año se conviertan en tiempo de acompañamiento y convivencia social para todos.
España es uno de los países más envejecidos del mundo y se prevé que en los próximos años aumenten los casos de soledad no deseada de forma equivalente al envejecimiento poblacional. ¿Qué medidas se pueden llevar a cabo para frenar el avance de esta situación a primera vista tan alarmante?
Debemos estar contentos de ser uno de los países con una población más longeva. Esto se debe en gran parte en que nuestras condiciones de vida, los servicios sanitarios, las medidas públicas de bienestar y hasta el talante de la población para convivir y ayudarse están funcionado.
Nuestro reto ahora es convertir el envejecimiento en una oportunidad y una riqueza capaz de garantizar la calidad de vida para todos.
Para ello, debemos en primer lugar combatir el edadismo, esa discriminación por edad, como le acaba de definir la Real Academia Española. El edadismo equivale a un no reconocimiento de los derechos de las personas mayores.
En segundo lugar, debemos empoderar a las personas mayores para que se sientan parte activa de la sociedad, asuman sus responsabilidades y participen en todos los campos y toma de decisiones para mejorar no solo su bienestar individual, sino la cohesión y el bienestar de toda la ciudadanía. Las generaciones mayores cada vez están más preparadas y pueden ser un recurso imprescindible para la mejora del bienestar global de la población.
En tercer lugar, hemos de avanzar hacia la sociedad cuidadora, que no deja la tarea de los cuidados solo a las familias, en realidad casi solo a las mujeres, sino que toda la ciudadanía y las instituciones que la representan, los servicios que se ofrecen estén al alcance de todos, sean capaces de garantizar que nadie se sienta abandonado a su suerte en situaciones de pobreza, enfermedad, dependencia, discapacidad o soledad.
¿Qué acciones está llevando a cabo la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP)?
Está reuniendo evidencias sobre el impacto de la soledad no deseada en las personas mayores y personas mayores con discapacidad en nuestro país y en otros del entorno.
Participa en actividades de sensibilización sobre el edadismo y la soledad a través de colaboraciones con los medios de difusión y la presencia en las redes sociales.
Apoya a las organizaciones que forman parte de la PMP que participan en programas locales para combatir la soledad no deseada, la discapacidad, la demencia y la pobreza en las personas mayores.
Está firmando acuerdos de colaboración con administraciones públicas, empresas de servicios y entidades bancarias para garantizar la inclusión de todas las personas mayores y jubiladas.
Una de las organizaciones de la Plataforma ha firmado recientemente un convenio con la Federación de Municipios y Provincias (FEMP) para tareas de sensibilización, formación y promoción de buenas prácticas sobre soledad no deseada, que servirá de línea de acción para trabajar con administraciones públicas locales, que son los actores más relevantes en las intervenciones en favor de las personas solas.
Entiendo que las administraciones deberían hacerse cargo. ¿Qué leyes deberían promulgarse para frenar esta epidemia silenciosa?
Las administraciones públicas tienen la obligación de liderar la lucha contra la soledad no deseada, procurando implicar a empresas y organizaciones privadas y al conjunto de la población en esta lucha, pues es una responsabilidad de todos.
El Gobierno de España debe empezar aprobando una estrategia estatal sobre la soledad cuanto antes. Cada Comunidad Autónoma en su ámbito de competencias también, tarea que ya están realizando algunas.
Muchas de las administraciones locales ya están trabajando en este sentido.
Mi opinión es que no hacen falta nuevas leyes. Basta poner en marcha medidas y recursos para comenzar el trabajo, en la seguridad de que no atender la soledad no deseada es mucho más caro para los presupuestos públicos de sanidad, de empleo y otros, como ya han puesto en evidencia estudios en otros países del entorno.
En Aiudo, apostamos por los servicios de las cuidadoras a domicilio como una vía que, aunque no esté expresamente dirigida a reducir este fenómeno, puede contribuir a combatir la situación de soledad en la que se encuentran muchas personas mayores. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Pienso que la línea de acción emprendida por Aiudo es la correcta, pues la inmensa mayoría de las personas mayores prefieren envejecer en casa, lo que no es posible sin un acompañamiento y unos servicios de proximidad. Necesitamos muchos cuidadores correctamente valorados socialmente, dignamente retribuidos y bien formados, pues el cuidado de personas dependientes es una tarea delicada que necesita formación continua.
Necesitamos también muchas personas voluntarias con una formación previa que aporten su tiempo libre para acompañar a personas que viven solas.
De lo que se trata, en síntesis, es que seamos capaces de crear una sociedad cuidadora, en la que nos ayudamos unos a otros, no permitiendo que nadie quede abandonado.
Nuestra sociedad ha cambiado profundamente. Cuidar no es solo una responsabilidad de las familias, ni de las mujeres que tradicionalmente han soportado el peso de los cuidados de menores, ancianos y discapacitados, empleando en cuidar cada mes millones de horas ni contadas ni retribuidas. Esto ya no es suficiente y es discriminatorio para las mujeres cuidadoras y para las personas que no tienen medios para ser cuidadas.
¿Cuál es tu deseo de Navidad?
Deseo para estas fiestas de Navidad y 2023, que se acaben guerras tan crueles como la de Ucrania, y otras que siguen olvidadas en Palestina, Asia y África. Todas nacieron del odio, del afán de poder y de las manipulaciones identitarias de unos pocos contra las poblaciones que no las quieren, y que las pagan con sus vidas y su sufrimiento.
Deseo también que acabemos con las discriminaciones y pérdida de derechos que acompañan a la pobreza, al machismo, al edadismo, a la discapacidad y a las identidades excluyentes.
Deseo, finalmente, que desde la escuela y la familia ayudemos a los niños y a los jóvenes a pensar por sí mismos y a convivir con todos. Los ejemplos de crispación, de imposición de nuestra propia verdad y de destrucción del adversario o del diferente nos impiden avanzar hacia una sociedad civilizada.
Solo así lograremos una sociedad cohesionada, con lazos que unen e incluyen a todos, lo que disminuirá el número de personas que sufren por sentirse solas y abandonadas a su suerte.
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