Jubilación sin pausa: mayores que siguen trabajando por elección

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Lorenzo Gómez

Por: Lorenzo Gómez

Periodista, redactor experto en gerontología

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La jubilación es uno de los momentos más esperados en la vida de un trabajador. Es un cambio de actividad, pero no un descanso definitivo. De hecho, es cada vez más común ver cómo personas que ya están en edad de jubilación intentan mantenerse activo, y el trabajo es una de las mejores maneras.

En pleno siglo XXI, un número creciente de personas mayores de 60 años opta por mantenerse en el mercado laboral no por necesidad, sino por elección.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2024 el 21% de las personas mayores de 65 años seguían activas profesionalmente, lo que representa un aumento considerable respecto a décadas anteriores.

A estas personas les sigue motivando continuar activos tras llegar a la edad de jubilación, algo que tiene una serie de beneficios muy a tener en cuenta.

Historias de perseverancia: personas que siguieron trabajando por elección

El caso de José es otro ejemplo más de los jubilados que continúan su actividad compaginándola con su pensión contributiva. Entra dentro del 4,9% de jubilados españoles que lo hacen, según una encuesta publicada a finales de 2024 por Eurostat.

Aunque si bien es cierto que el porcentaje español está lejos de la media de la Unión Europea (13%) y mira con prismáticos a los países con más jubilados en esa situación, como Estonia (55%).

José decidió jubilarse a los 66 años,cuando cumplió los requisitos de tiempo cotizado, pero dejar de trabajar en seco no era la solución. No por una necesidad económica, sino porque sentía que su vida profesional aún tenía mucho que ofrecer.

Estaba en un momento en el que mis conocimientos aún eran muy actuales y los pacientes me necesitaban. Así que, al final, decidí seguir trabajando de manera independiente. El resultado no solo ha sido financiero, sino también personal: seguir creando me mantiene vivo“, apunta este médico que ha hecho prácticamente toda su carrera profesional en Albacete.

Actualmente tiene una consulta online a la que le dedica unas 5-6 horas diarias. Prácticamente las mismas horas que Chimo, un señor valenciano, asesor financiero, que quiere alargar al máximo su tiempo de trabajo mientras compagina su pensión de jubilación.

Gracias a su labor como asesor y consultor financiero, Chimo puede seguir aportando su experiencia sin tener que pasar por el tedioso proceso de una jornada laboral convencional.

Este tipo de historias son cada vez más frecuentes, especialmente en sectores como la tecnología, la educación o el asesoramiento empresarial, donde la experiencia y el conocimiento no tienen fecha de caducidad.

Un señor mayor atiende en un despacho a un cliente que lleva un documento.

Beneficios de seguir trabajando a cierta edad

El debate sobre si es beneficioso o no continuar trabajando después de la jubilación no es nuevo, pero cada vez hay más argumentos que apoyan esta práctica.

En primer lugar, mantenerse en el mercado laboral brinda a las personas mayores un sentido de propósito. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la actividad laboral puede ser un factor clave para mantener una buena salud mental y emocional en la vejez. El trabajo proporciona una estructura diaria, oportunidades de socialización y, lo más importante, la sensación de ser útil.

Además, los beneficios físicos de seguir trabajando también son notables. Se ha comprobado que las personas mayores que siguen activas suelen gozar de una mejor salud física.

Esto se debe a que la actividad laboral fomenta el ejercicio físico, ya sea por los desplazamientos, las interacciones sociales o el simple hecho de mantenerse mentalmente alertas.

Desde el punto de vista económico, el impacto es igualmente positivo. Las personas que siguen trabajando después de la jubilación contribuyen a la economía, tanto a nivel individual como colectivo.

A nivel personal, estas personas continúan generando ingresos, lo que les permite mejorar su calidad de vida. A nivel colectivo, el hecho de que personas mayores sigan trabajando reduce la presión sobre los sistemas de pensiones, un tema que preocupa a muchos gobiernos ante el envejecimiento de la población mundial.

Una ilustración que muestra los beneficios de seguir trabajando tras la jubilación.

Por último, la experiencia acumulada por las personas mayores es un activo invaluable. Muchos empleadores están reconociendo que la combinación de juventud y experiencia es un factor diferenciador.

En el ámbito empresarial, esta combinación puede generar ideas innovadoras que combinen la frescura de la nueva generación con la sabiduría de la más experimentada.

¿Cómo impacta en la economía y en la percepción social?

El impacto de mantener a los mayores en el mercado laboral también tiene efectos positivos en la economía en general.

Según el informe “El empleo en las personas mayores” publicado por la Fundación BBVA, la inclusión de las personas mayores en el mercado laboral contribuye significativamente al Producto Interno Bruto (PIB) de los países.

En España, por ejemplo, el empleo de las personas mayores de 55 años representa alrededor del 10% del PIB, lo que pone de manifiesto su relevancia para el crecimiento económico.

Una señora mayor en su casa trabajando con un portátil encima de una mesa.

Además, el fenómeno de la ‘jubilación sin pausa’ está cambiando la percepción social sobre la vejez. En lugar de ver a los mayores como una carga para la sociedad, cada vez más personas los ven como un recurso valioso.

Esta visión está impulsando políticas públicas y empresariales que favorecen la inclusión de los mayores en el mundo laboral, a través de incentivos fiscales, programas de formación continua y el fomento del trabajo a tiempo parcial.

Sin embargo, no todo es positivo. El mantener a los mayores en el mercado laboral puede generar tensiones intergeneracionales. En algunos sectores, especialmente aquellos con altos niveles de desempleo juvenil, puede haber una percepción de que las oportunidades para los jóvenes se ven limitadas.

Sin embargo, muchos expertos coinciden en que la clave está en la creación de programas que favorezcan la colaboración intergeneracional, donde las experiencias y conocimientos de los mayores se compartan con los jóvenes, en lugar de competir por los mismos puestos de trabajo.

Un grupo de jóvenes y mayores sonrién todos juntos al aire libre.

En un mundo donde el envejecimiento de la población es una realidad cada vez más patente, la jubilación sin pausa se presenta como una alternativa viable y beneficiosa tanto para los individuos como para la sociedad en general.

Las historias de José y Chimo son solo algunos ejemplos de cómo la jubilación no tiene por qué significar el final de la vida activa.

El trabajo, en lugar de ser una carga, puede convertirse en una fuente de satisfacción, bienestar y aportación social. La sociedad, por su parte, también se beneficia de este fenómeno, ya que las personas mayores continúan siendo una fuerza productiva y creativa que contribuye al desarrollo económico y al bienestar colectivo.

El futuro de la jubilación no está en detenerse, sino en reinventarse, adaptarse y seguir aportando. La jubilación sin pausa es, sin lugar a dudas, un paso hacia una nueva concepción de la vejez, donde los mayores no solo sobreviven, sino que viven plenamente, activamente y con propósito.

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