“Cañas y barro” es el titulo de la novela del Ilustrísimo Vicente Blasco Ibáñez y, desafortunadamente, la realidad de muchos de los municipios valencianos afectados por la tragedia natural de la DANA.
Una realidad que ha sido mitigada, en la medida de lo posible, desde el principio por miles y miles de voluntarios que han dado varias lecciones de humanidad que conviene recopilarlas en un día tan señalado como el de hoy, 5 de diciembre, que es el Día Internacional de los Voluntarios.
En un mundo cada vez más digital y cada da mas individualista, en los momentos difíciles aflora el sentimiento de comunidad, pertenencia, pueblo y unión.
El famoso ‘Puente de la Solidaridad’, que es como se le reconoce, ha sido testigo de lujo del ir y venir de voluntarios que, con sus respectivas mochilas, carros del supermercado, escobas y pocos utensilios más de limpieza, parecían librar una batalla contra la naturaleza ante la pasividad de las administraciones.
El 5 de diciembre se conmemora el Día Internacional de los Voluntarios, una fecha que busca resaltar la importante labor que realizan todas aquellas personas que deciden de forma desinteresada tender una mano amiga para hacer de nuestro mundo un lugar mejor.
Unos voluntarios que han cobrado mucho protagonismo desde que el 29 de octubre la riada asolara numerosos municipios. Voluntarios, que llegaron de toda España, y a los que ciudadanos afectados han agradecido reiteradamente su ayuda por hacer un poco más amable este episodio.
Es por ello que, a continuación, se enumeran algunas de las lecciones que han dejado para la historia estos ‘héroes sin capa’ para generaciones futuras:
La unión hace la fuerza
Son muchos los lemas que han acompañado a los miles y miles de voluntarios presentes en las zonas afectadas. Desde el famoso ”Solo el pueblo salva al pueblo‘ hasta el ‘Orgull de poble‘ pasando por el ‘Amunt Valencians‘ pueden ser visibles en pancartas, paredes e incluso pintados en coches abandonados.
La primera gran lección que han dejado los voluntarios con esta tragedia es que con la unidad se puede abarcar mucho, sobre todo en los primeros días, donde reinaba el caos.
Muchos voluntarios llegados de todos los rincones de Valencia y España se sumaron a la ardua tarea de remover escombros y barro, en lo que parecía ser un terreno de guerra.
Humanidad sin condiciones
Con su ejemplo, los voluntarios han obligado a hacer un recorrido mental por las mejores virtudes del ser humano, como la solidaridad, la empatía y el sacrificio por el otro.
Además, han demostrado el compromiso altruista de una sociedad más que preparada para afrontar los desafíos de la vida, a pesar de lo que expresó Arturo Pérez Reverte en el programa de El Hormiguero.
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Los jóvenes han abanderado esta movilización que ha demostrado humanidad a raudales en todos los rincones de los municipios más afectados.
Entrega de enseres de manera desinteresada
Tras la fase de emergencia, los esfuerzos se centraron en la limpieza y reconstrucción de calles, bajos, casas y garajes. Hay que tener en cuenta que los primeros días era prácticamente imposible conseguir alimentos de primera necesidad, productos de limpieza o agua, y estos voluntarios fueron los encargados de facilitarles todo lo necesario “de su bolsillo”.
Además, se han creado multitud de plataformas para coordinar la entrega de estos enseres de manera organizada, para evitar problemas de abastecimiento.
Descontento generalizado por la gestión política
Otra de las enseñanzas que nos ha dejado este terrible suceso es que la ciudadanía se ha volcado con el pueblo, haciendo caso omiso a los políticos encargados de gestionar esta situación y de facilitar todos los medios, tanto humanos como materiales, para minimizar los daños.
La labor de los voluntarios ha consistido en llegar a rincones donde los políticos tardaban en hacerlo. Incluso creando un descontento generalizado ante la llegada de muchos de ellos.
Valentía ante condiciones insalubres
Una de las imágenes de esta tragedia ha sido la de miles de voluntarios hacinados en condiciones infrahumanas en un sótano anegado, bajo un ambiente irrespirable e iluminado bajo mínimos, a base de linternas y acompañado del agua convertido en barro.
Incluso con las advertencias sanitarias de extremar las precauciones para la salud por riesgo de contagios han demostrado que con los medios suficientes pueden continuar realizando las labores de limpieza que los municipios necesitaban.
Escucha activa a los vecinos
Y no solo tareas de limpieza eran necesarias, sino también un simple abrazo, una escucha activa ante los problemas de los vecinos que lo han perdido todo en cuestión de horas. Estos voluntarios también han acogido a personas que necesitaban a gritos desahogarse, bien sea llorando, bien sea hablando.
¿Desde cuándo se celebra el Día Internacional de los Voluntarios?
El Día Internacional de los Voluntarios se celebra desde el año 1986.
Entre los grupos de voluntariado, uno de los más importantes es el de las Naciones Unidas, que al igual que otras organizaciones presta sus servicios, capacidades físicas y conocimientos, en favor de todas aquellas personas y lugares del mundo que lo estén necesitando.
Mientras la riada de agua desbordó los alrededores de Valencia, otra riada de solidaridad la abrazó, y es algo digno de reconocer en el Día Internacional de los Voluntarios.
Miles de personas con cubos, botas de agua, palas y fregonas se movilizaron desde un primer momento, poniendo incluso en dificultades los desplazamientos de los equipos de emergencia oficiales y la entrada de maquinaria pesada en los pueblos afectados.
Esto es una pequeña muestra del sentir general de todo un pueblo que dentro del abandono político que tuvieron los primeros días, vieron en los voluntarios una vía de escape a sus problemas y a quienes expresan infinita gratitud por el auxilio que recibieron en uno de los momentos más críticos de sus vidas.