Cuando da lugar un suceso de gran magnitud como ha sido el caso de la DANA en Valencia suelen aflorar multitud de sentimientos encontrados durante los primeros días o semanas. Sentimientos que, en muchos casos, afectan más a unas personas que a otras. En el caso de los mayores, pueden sufrir mayor aislamiento, pérdida de autonomía y exacerbación de problemas de salud preexistentes.
Situaciones de poca o nula movilidad, soledad no deseada, poca o ninguna conexión con medios digitales y distintas afecciones crónicas más frecuentes con la edad son algunas de las problemáticas que afectan a este grupo de edad y que, debido a la devastación dejada por la DANA, pueden incrementarse o volverse más evidentes.
Es por ello que se vuelve imprescindible hacer hincapié en cómo tratar psicológicamente a estar personas a partir de ahora.
Las fases del impacto psicológico de la DANA
Después de una catástrofe como esta, tienen lugar varios estadios en la evolución del impacto emocional. Se empieza por una fase de shock, de gran angustia y de gran incredulidad.
A medida que el shock cede, suele ser el momento de ir tomando conciencia de la magnitud de la realidad y aparece la fase del duelo por todo lo perdido: vidas, proyectos, propiedades materiales (casa, coche, recuerdos, enseres que se convierten en escombros a un ritmo vertiginoso).
Es entonces el momento de la aparición del estrés postraumático. El estrés tiene dos etapas: en las primeras semanas, es habitual tener pesadillas, rememorar de forma recurrente imágenes dolorosas, incluso sonidos, al mismo tiempo que sentirse saturado, evitar el tema y mostrarse irritable.
Con el tiempo, la persona va reasumiendo la vida, los síntomas van disminuyendo y las personas encuentran, con el apoyo de los demás, manera de ir sobreviviendo al dolor de la perdida y a los síntomas postraumáticos.
A medida que se consigue procesar la experiencia y se va controlando las emociones, pasados entre tres y seis meses será el momento en el que detectar posibles trastornos psicológicos.
Serán las que padecerán el trastorno de estrés postraumático, que en zonas con afectación podrán ser entre el 5 y el 10% de la población, pero previsiblemente afectará a entre el 20 y 25% de la población de la zona cero, donde hubo el núcleo de máxima destrucción y las pérdidas y escenas más duras, alertan algunos psiquiatras.
¿Por qué la DANA afecta a nivel emocional?
En este tipo de situaciones entran en juego varios factores que explican por qué se requiere de un apoyo emocional y psicológico para familiares o testigos. En palabras de la psicóloga y gerontóloga social, Sandra Pàmies, a quien hemos entrevistado para esta ocasión desde Aiudo, estos son los motivos por los que las personas mayores suelen enfrentar una mayor sensación de vulnerabilidad durante situaciones críticas como este desastre natural:
- Ansiedad y estrés: al sentir que no tienen control sobre su entorno ni la capacidad de moverse libremente.
- Miedo: por su dependencia hacia otras personas y la posibilidad de no recibir ayuda a tiempo, en el momento inmediato en el que lo necesitan.
- Sensación de aislamiento: si la persona, tenga la edad que tenga, no tiene red de apoyo alguna, la sensación de aislamiento puede agravarse.
- Revitalización de traumas previos: los recuerdos de eventos difíciles vividos en el pasado pueden intensificar el impacto emocional.
Pàmies también recalca que “estas situaciones pueden agravar problemas preexistentes como la depresión o procesos de ansiedad, entre muchos otros”. Sin embargo, con el apoyo adecuado, las personas podemos demostrar una gran capacidad de resiliencia, y aquí también incluyo a las personas de edad avanzada.
Este colectivo ha superado ya en el pasado eventos difíciles y, en palabras de Sandra Pàmies, “haber enfrentado desafíos previamente les da herramientas como mantener la calma, buscar soluciones o apoyarse en redes comunitarias, así como un sentido de resiliencia para ser capaces de volver a superarlo y una empatía comunitaria, entendida como un fuerte sentido de apoyo mutuo”.
La soledad no deseada y las catástrofes naturales
Otra de las consecuencias a tener en cuenta cuando suceden este tipo de catástrofes naturales es la soledad deseada, que puede intensificarse durante una crisis por varios factores, tal y como expresa Sandra Pàmies:
- Interrupción de las visitas: familiares, personas cuidadoras o amistades pueden tener dificultades para acudir a visitarles, por el impedimento del terreno o la falta de comunicación y transporte.
- Limitación de comunicación: hoy en día, si no cuentan con tecnología o no saben usarla, pueden sentirse desconectados.
- Aislamiento emocional: al no poder expresar su miedo o angustia a personas cercanas, esto puede generar mayor frustración o tristeza.
Ejemplos previos que fundamentan la vulnerabilidad de los mayores ante catástrofes naturales
Dentro del ámbito científico existen trabajos que ya han tratado la manera en que catástrofes naturales afectan en mayor medida a las personas mayores, como el ensayo publicado en ‘BCM Public Health‘.
La mayor proporción de víctimas durante y después de los desastres suelen ser ellos. Buena prueba de ello es el siguiente ejemplo: en 2005, aproximadamente la mitad de todas las muertes derivadas del huracán Katrina se produjeron entre personas de 75 años o más.
Posteriormente, tras el huracán Sandy en 2012, ‘The New York Times‘ informó que, aproximadamente, la mitad de los que murieron en la tormenta tenían 65 años o más, muchos de los cuales se ahogaron en casa o murieron a causa de lesiones relacionadas con la misma. Y no solo hay que tener en cuenta este hecho, sino también el impacto psicológico y las secuelas también son más elevadas en las personas de la tercera edad.
Consejos para superar psicológicamente un suceso trágico como la DANA
Es importante detectar a tiempo los primeros signos que puedan llegar a alertar de la necesidad de buscar ayuda psicológica en situaciones dramáticas como esta.
Por ejemplo, uno de esos síntomas son los problemas con el sueño y el apetito. Una alteración de los hábitos del sueño o apetito que sean persistentes hacen indicar que no se ha superado un hecho traumático.
Asimismo, otro patrón de comportamiento que alerta de que todavía no se ha superado una situación como esta es la falta de interés por realizar actividades habituales que venía haciendo la persona afectada.
Herramientas de la Administración para combatir psicológicamente catástrofes naturales
Sandra Pàmies indaga también en el conjunto de herramientas que están a disposición de la Administración para este tipo de casos:
- Programas de acompañamiento: por parte de las administraciones y entidades donde profesionales del ámbito social y sanitario estén atentos y atentas a las necesidades emocionales y físicas de estas personas.
- Llamadas regulares: organizadas por familiares o personas voluntarias para asegurar que la persona se siente acompañada, si es que quiere compañía.
- Uso de tecnología: dispositivos accesibles como teléfonos adaptados a las necesidades de cada persona e iniciativas para enseñarles a usarlos.
Las administraciones tienen un papel clave y pueden implementar acciones como redes de apoyo con líneas de atención telefónica o visitas al domicilio para brindar apoyo emocional con profesionales psicólogos, capacitar a voluntarios y profesionales del ámbito social para identificar signos de depresión, estrés o ansiedad en personas mayores.
“Hay que aumentar los refuerzos comunitarios, aunque sean mediante actividades a distancia, así como reforzar las actuaciones de los recursos comunitarios como son los servicios de atención domiciliaria o los centros de día, por ejemplo, para que las personas puedan mantener el vínculo social y emocional”, recalca Pàmies.
Otra línea de actuación viene de la mano de la creación de redes comunitarias. Sandra Pàmies defiende que es necesario fomentar la participación de vecinos y vecinas, así como familiares en la supervisión y apoyo a las personas de edad avanzada según sus necesidades del día a día en casa.
El papel de los psicólogos en todo este proceso es fundamental, ya que no solo brindan apoyo emocional, sino que también ayudan a las personas mayores a organizar sus recursos internos y externos, a adaptarse a los cambios y a reconstruir su vida con un enfoque integral.