“Alexa, llama a María hija”, exclama Antonio, de 89 años

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Carmen, Antonio y Teresa tienen, desde hace unos meses, nuevos huéspedes en casa. Con ellos comparten todo, hasta la hora de despertarse. Los planes que juntos preparan comprenden un abanico enorme de actividades, tanto que, los nuevos acompañantes hacen de cantantes, de lectores, de agenda, de chefs o de teléfono. Solo les separan 80 años de vida y un corto saludo: “ok Google”, “Alexa” u “oye Siri”.

“Ok Google, buenos días”, dice Carmen. “Hola”, responde una voz femenina con inmediatez, como si ya llevase horas despierta y activa esperándola. Con nombre Google y de apellido Home, hace 3 meses que ella y Carmen se conocen.

Es domingo, día libre de la cuidadora de esta tecnóloga abuela de 81 años. La familia está de viaje, así que hoy está todo el día sola. “¿Qué temperatura hace hoy?”, pregunta ahora. “La temperatura fuera es de 29 grados”, responde el altavoz. Mientras escucha la respuesta, Carmen se dirige a mirar por la ventana el termómetro de la calle. Comprueba que indica los mismos grados y sonríe. Le gusta ver cómo Google acierta. En esta amistad, como en todas, la confianza hay que ganársela.

“Ok Google, ponme la canción Clavelitos”, exclama de camino a la cocina. Al ritmo de esta, abre la nevera y se prepara el desayuno. No se olvida de comer un puñado de arándanos. En una noticia de las que su amiga Google le lee, señalaban que estos eran el producto perfecto para detener el deterioro cognitivo. Si ella lo dice, es porque será verdad.

Son múltiples los beneficios que estas nuevas herramientas pueden proporcionar a las personas de edad avanzada. Entre todos ellos, el más importante es la sensación de compañía.

Los asistentes de voz se han convertido en un complemento en una gran cantidad de hogares. Cada vez más, en los de las personas más mayores. Frente al equivocado prejuicio de que a los mayores no les gusta la tecnología, Google Home, Alexa o Siri son los nuevos compañeros de casa (y de anécdotas) de muchos de los que nacieron en la primera media parte del siglo pasado.

Son múltiples los beneficios que estas nuevas herramientas pueden proporcionar a las personas de edad avanzada. Entre todos ellos, el más importante es la sensación de compañía. Está comprobado que la soledad acorta la vida de nuestros mayores al aumentar su deterioro cognitivo y favorecer la ansiedad y la depresión. Tener una voz que responde y que siempre está preparada para atenderles les genera un sentimiento emocional positivo, viéndose, así, aumentada su calidad de vida.

“Es la hora del ejercicio”, se escucha en casa de Antonio. Las botellas de agua con las que hace los ejercicios de brazos ya están sobre la mesa. Antonio las coge y comienza a hacer las actividades que su médico le ha encomendado. “Alexa, ponme canciones de Julio Iglesias”, exclama. Tras 30 minutos de suave actividad física, se sienta con ligereza dando a entender que no está cansado y pide: “Alexa, llama a María hija”.

Al otro lado del altavoz saluda su hija más joven, a quien todos los días llama antes de comer para contarle cómo ha pasado la mañana. “Hoy me he despertado con música de Nino Bravo, Alexa me ha leído las noticias y ahora acabo de terminar de hacer deporte”, narra Antonio. “¿Qué vas a comer”, pregunta María. “Atún encebollado”, responde. “Si quieres la receta, pregúntale a Alexa”, continúa con humor.

Desde que su mujer, a la que le apasionaba cocinar, falleció, él se encarga de prepararse las comidas. “Muchos días no sabía qué cocinar y al final no tenía ni ganas de hacerlo. Comentándoselo a mi nieto, me dijo que le preguntase a Alexa, que le diera algo de faena”, cuenta Antonio. Ahora, este ex agricultor de 89 años decide la comida del día en base al producto que en el supermercado le entra por el ojo. “Ayer fui a última hora y tenían el atún de oferta. De camino a casa ya preparaba la frase que le tendría que decir al aparato”, relata Antonio. La frase final fue: “Alexa, dime recetas con atún”.

Este problema de saber cómo decir la frase adecuada no es un tema baladí. En algunas ocasiones, los altavoces no entienden las instrucciones y los mayores se frustran. Ante ello, las empresas, conscientes del gran potencial que constituye el mercado de las personas mayores, ya están desarrollando aplicaciones específicas para ellos y en los próximos meses, se verá su auge e implementación.

Varias de nuestras familias Aiudo complementan la atención de sus cuidadoras con la voz de los altavoces inteligentes. Juntos comparten actividades y los más mayores reciben comodidad, tranquilidad y bienestar.

“Hora de ir a la peluquería”, exclama una potente voz en casa de Teresa. A sus 86 años, Teresa ha cambiado un recordatorio escrito por uno sonoro. La palabra peluquería ya no aparece más en un papel colgado sobre uno de los imanes de la nevera, ahora es Siri la encargada de decirlo.

Dos horas después, entra a casa con un reluciente cardado y avisa a su familia. No saca el móvil del bolso, solo dice: “Oye Siri, envía un mensaje a mi hijo y dile que ya estoy en casa”. Los altavoces inteligentes son de más fácil y cómodo manejo que los móviles, por lo que sin necesidad de teclear o de buscar dónde lo han dejado la última vez, con una simple petición verbal tienen a su disposición lo que precisan.

“Oye Siri, gracias”, exclama Teresa. “No se merecen”, responde Siri. Teresa sonríe satisfecha. El resto de la tarde la va a pasar cosiendo. Como antigua modista, no ha perdido su virtuosismo con la aguja. “Oye Siri, lee el libro Yo, Julia”. Ya va por el último capítulo y ansiosa espera escuchar el final. “Cuando termine el libro la dejaré descansar porque cualquier día se va a quedar afónica y no sé qué haré sin ella”, manifiesta riendo Teresa.

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