Lejos de lo que pudiera dictar el imaginario universal, envejecer incluye en su proceso una serie de cambios profundos y drásticos. Es decir, no es proceso natural, tal y como se puede pensar, en el sentido de nacer, reproducirse y morir.
Estudios recientes revelan que existen cambios significativos en nuestro cuerpo a los 40 y 60 años, que podrían explicar muchos de los desafíos físicos y de salud que enfrentamos en estas etapas de la vida.
Con el paso de los años, el organismo sufre modificaciones. No obstante, un estudio reciente publicado en la revista Nature Aging ha identificado dos momentos críticos en el que la manifestación de estos cambios son especialmente evidentes y drásticos: a los 40 y a los 60 años.
Estos nuevos hallazgos deslizan una nueva perspectiva del envejecimiento e invitan a la investigación de las causas.
¿Qué ocurre a los 40 años en el cuerpo?
A pesar de que está popularizado aquello de ‘los 40 son los nuevos 30’, lo cierto es que este estudio hace hincapié en los cambios que se producen en el cuerpo a partir de esta década. El principal, la modificación en la que se metabolizan los lípidos.
Los lípidos son sustancias grasas que son esenciales para diferentes funciones vitales, como la gestión del colesterol bueno, el colesterol malo y los triglicéridos.
Aunque los lípidos son cruciales para el funcionamiento del cuerpo, su acumulación excesiva en la sangre puede ser perjudicial, favoreciendo la aparición de enfermedades cardiovasculares.
El autor principal de esta investigación, Michael Snyder, gestor a su vez de la materia de Genética en la Univerdad de Stanford, expresó que “no solo estamos envejeciendo gradualmente, sino que también se dan cambios realmente profundos a tener en cuenta”.
Según Snyder, el metabolismo de los lípidos se modifica considerablemente a partir de esta edad. Esto significa que el cuerpo, a partir de los 40 años, procesa los alimentos de manera diferente.
Como consecuencia, cabe la posibilidad de que esta forma de manejo de los lípidos desemboque en complicaciones para la salud, como por ejemplo algunos problemas cardiacos u otros problemas relacionados con el sistema respiratorio.
Un estudio con 108 personas
Tanto Michael Snyder, como Xiaotao Shen, autor principal del artículo ya habían estudiado el proceso de envejecimiento de los órganos, el sistema inmunológico y el metabolismo en un total de 108 personas.
En su nuevo estudio, analizaron muestras de sangre y otras muestras biológicas proporcionadas por este grupo cada pocos meses durante varios años.
El equipo de investigación se enfocó en los cambios en moléculas cruciales, por ejemplo, el material genético llamado ARN, ciertas proteínas y metabolitos, así como en el microbioma de los participantes, que son los gérmenes variados que viven dentro y sobre una persona.
La conclusión a la que llegaron es que rastrearon los cambios relacionados con la edad en más de 135.000 moléculas y microbios diferentes.
En el 81% de los casos, los cambios en la abundancia y composición molecular o de microorganismos a lo largo del tiempo no tuvieron una linealidad, lo que significa que ocurrieron cambios bruscos en ciertos períodos de la vida más que en otros.
Según el estudio, a los 40 años se producen cambios en las moléculas que pueden influir en la salud de la piel y de los músculos, así como en el metabolismo del alcohol, la cafeína o la grasa.
¿Qué ocurre en el cuerpo a los 60 años?
Los expertos también descubrieron otro pico vital en el que se producen cambios en el organismos muy a tener en cuenta: a partir de los 60 años.
Esta vez, las modificaciones tienen que ver con el metabolismo de los carbohidratos. Los investigadores llegaron a la conclusión que a medida que envejecemos, el cuerpo puede comenzar a manejar estos carbohidratos de manera distinta, algo que incide directamente en cómo se responde a ciertos alimentos comunes y en la gestión de la energía diaria.
Este es el caso del pan, del arroz, de la patata, de la pasta, incluso de algunas frutas comunes.
Además, el metabolismo de los carbohidratos no solo afecta a la forma en que el organismo se sirve de la glucosa, sino también a cómo se reacciona a sustancias como el alcohol o la cafeína.
De esta manera, estos cambios servirán para saber cómo adaptar nuestras rutinas de comidas, salud y bienestar. Por ejemplo, a partir de los 40 años, las personas han de estar más preocupadas por controlar sus niveles de colesterol LDL (el malo), para poder actuar en consonancia con un médico especialista.
A medida que nos acercamos a los 60 años, es importante ser conscientes de cómo el cambio en el metabolismo de los carbohidratos puede afectar nuestra salud. Esto podría implicar ajustar nuestra dieta para mantener niveles de energía estables y evitar complicaciones relacionadas con la insulina y la glucosa.
Las claves para minimizar estos cambios
A pesar de que estos cambios sean inevitables con el paso de los años, existen mecanismos que permiten mitigar sus efectos. Por ejemplo, adoptar una dieta saludable y mantenerla en el tiempo, sobre todo rica en alimentos integrales, frutas, verduras y grasas saludables.
Del mismo modo, el ejercicio moderado y regular puede ser otro aliado para frenar los efectos de estos cambios. No ya tanto para mantener un peso saludable, sino también para mejorar la salud cardiovascular y para el fortalecimiento de músculos, huesos y articulaciones, que se resienten a medida que se envejece.
Por último, habrá que mantener un seguimiento médico regular, algo que incluye chequeos de control de colesterol, glucosa en sangre y otros marcadores de salud clave.