El campo de la psicología clínica incluye una serie de efectos positivos en todas sus vertientes, siendo el sector de la tercera edad los principales candidatos de estas intervenciones, que enmarcadas en un modelo de envejecimiento activo, se convierten en una hoja de ruta perfecta para los tratamientos. Hablar de mindfulness es hablar de plena conciencia de lo que se está haciendo. A continuación, se explican las claves de este término de moda aplicado en personas mayores.
¿Qué es el mindfulness?
Mindfulness es una palabra originaria del inglés que se traduce como “atención plena” o “plena conciencia”. Entre sus principales difusores, está el profesor emérito en Medicina, Jon Kabat-Zinn, que la define como “la capacidad de conducir la atención de las experiencias experimentadas en el momento presente”, el momento actual, de una determinada manera, aceptándolas y sin juzgar.
Dicho de otra manera, el mindfulness es otra manera de llegar positivamente a la edad dorada, que ayuda a aliviar el estrés y la ansiedad de una manera muy relajante.
Es el arte de hacer consciente sensaciones del cuerpo que normalmente pasan desapercibidas y que, raramente se usa de forma consciente y casi nunca por más de unos segundos de tiempo.
Tener una mente mindfulness es sinónimo de mantener el foco en cualquier actividad del presente, tomando conciencia de lo que se está haciendo en el preciso instante, sin que nada del pasado o futuro perturbe.
Mindfulness para personas mayores: beneficios
Uno de los puntos fuertes de la práctica del Mindfulness es que ayuda a fortalecer el cerebro y las interconexiones celulares. La atención plena y otras formas de meditación en lo que influyen es en cambiar el cerebro para ayudar a mantener funciones cognitivas superiores como la atención y la memoria, al mismo tiempo que ayudan a manejar conscientemente las emociones, a tomar decisiones más claras y, por ende, a mejorar la forma de relacionarse socialmente.
En la tercera edad, esto cobra una importancia capital, debido a que practicar mindfulness puede ayudar a retrasar el deterioro cognitivo, siempre ayudándose, eso sí, de un estilo de vida saludable.
Por otra parte, el cultivo del mindfulness conduce a un aumento de la comprensión de la realidad y aproxima al adulto mayor a percibir la realidad tal y como es.
El mindfulness lleva al organismo a un estado de relajación y ayuda a alejar las preocupaciones. Esto se ve reflejado en un menor nivel de activación cortical que lleva a un estado favorable para incitar al sueño.
Otro de los beneficios del mindfulness es que combate el insomnio, algo que en la vejez se acusa en muchas ocasiones, y puede suponer un problema serio para afrontar el día a día.
Asimismo, la práctica del mindfulness lleva a tener mayor grado de concentración ante las situaciones. Esto es, esta capacidad se generaliza a todo aquello que la persona mayor pueda hacer, ya sean tareas complicadas o sencillas. Por tanto, el mindfulness enseña a mantener las distracciones alejadas completamente.
Además, otra de las ventajas de la atención plena es que fomenta la creatividad de las personas mayores, descubriendo dotes, como puedan ser las culinarias, antes desconocidas.
Por último, el mindfulness aplicado a la tercera edad ayuda en la gestión de emociones en particular, y en la inteligencia emocional en general. Es decir, diversos estudios psicológicos muestran que la práctica del mindfulness influye directamente para mejorar la autoconsciencia, así como el autoconocimiento. Esto se traduce a un mejor reconocimiento de las emociones, tanto propias como ajenas.
La creatividad propia del mindfulness hace que los adultos mayores dispongan de más espacio para la actividad mental, desplazando así, a las emociones negativas, como las preocupaciones.
Son muchos los beneficios del mindfulness en un momento de la vida, como es la vejez, en el que es relativamente más fácil que las emociones sean más negativas, la identidad personal esté un momento confuso y, por tanto, las ganas y las energías por vivir sean menores.
No obstante, con la terapia del mindfulness se avanza en conceptos geriátricos y psicológicos, con programas enfocados a trabajar conceptos tan significativos como la empatía, la conexión interpersonal, la regulación emocional y la claridad del pensamiento que se siente.
Asimismo, existen programas de mindfulness enfocados a aliviar el dolor crónico, en las que se incluyen ejercicios de yoga para personas mayores, o meditación.
Algunas ideas para practicar el mindfulness
Practicar la técnica del mindfulness puede parecer, sobre la teoría, una tarea sencilla, pero en muchas ocasiones pueden faltar ideas para mindfulness. A continuación, se muestran algunas muy novedosas:
- Concentrarse en el lavado de manos, es decir, notar el agua caer y el frotado de manos como si fuese un momento relajado.
- Sentarse tranquilamente y sentir la respiración, que muchas veces es una acción que pasa desapercibida.
- La música también es una herramienta potente para practicar el mindfulness: Lo ideal es elegir una canción que nunca se haya escuchado antes.
- Escribir en un folio todos los pensamientos que se sienten durante el día.
- En el caso de estar disfrutando de un paseo por un parque, un buen ejercicio de mindfulness es pararse a analizar el paisaje y cualquier detalle integrado en él.
- Por las mañanas, es muy interesante estirarse, bien sea en la cama, bien sea en el trabajo en un lugar privado.
- La meditación estática, sentado/a en una silla, o en el suelo, en cualquier posición que sea cómoda y centrarse en la respiración.
- Limpiar la casa es otro de los ejercicios de mindfulness más recomendables. Se trata de poner todo el foco de atención en la experiencia inmediata para que ésta se convierta en única.
La premisa principal de la práctica del mindfulness es que cada momento del día se pueda vivir con plenitud
Lo principal del mindfulness es seguir una rutina, algo que cobra más importancia debido a las complicaciones del mundo diario. Centrar la atención en todas las actividades diarias hará que las personas mayores cumplan sus objetivos vitales.
Estudios sobre el mindfulness: la evidencia científica de su influencia
Este concepto, relativamente reciente, tiene su marco científico en los siguientes autores:
Levy, Jennings y Langer, en el año 2001 realizaron un ensayo aleatorio controlado para examinar la atención consciente en 80 participantes de entre 60 y 89 años. Los resultados obtenidos fueron que los mayores que fueron asignados aleatoriamente al grupo de entrenamiento de Mindfulness recordaban mejor las diferenciaciones que aquellos que pertenecían al grupo control.
Por otra parte, entre 2008 y 2009, un psicólogo de investigación independiente entrevistó a sesenta y seis pacientes, mayores de 65 años, de cuidados paliativos con cáncer avanzado. Después de la práctica de atención plena evidenciaron que eran conscientes, estaban presentes y podían responder a sus luchas diarias, tanto físicas como emocionales. En general, la mayoría de los participantes, demostraron tener sentimientos intensos de bienestar y un mayor enfoque y apreciación del presente.
Otro estudio en Tailandia en el que las personas mayores participaron en un programa de meditación caminando, y tenían significativamente mejores resultados que los adultos mayores que participaron en un programa solo para caminar. La meditación fue efectiva para reducir la depresión y mejorar aptitud funcional y reactividad vascular.
Splevins, Smith y Simpson, en 2009, realizaron un estudio no controlado con 22 personas de entre 49 y 79 años, en el que administraron un programa de Mindfulness, para investigar los cambios en el bienestar emocional. Los resultados obtenidos mostraron que estos conceptos aumentaron notablemente después de la intervención.
Sin duda, una de las técnicas terapéuticas en el mundo de la psicología más usadas y recomendadas por expertos por su fácil puesta en escena y su accesibilidad en la tercera edad, así como por sus múltiples beneficios sobre la salud.