“Cuidar no es limpiar”: los conflictos silenciosos del cuidado domiciliario

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El cuidado de otras personas es una labor esencial en la sociedad, pero incluye una serie de desafíos a los que hay que hacer frente. Además, esta profesión tiene per se una serie de particularidades que, en muchas ocasiones, pueden provocar situaciones de fricción entre los cuidadores y las personas que se atienden.

Es por ello que resulta de vital importancia profundizar en esta problemática. Primero, para detectar dichos problemas y, después, buscar las mejores soluciones posibles que eviten que la relación entre ambas partes se deteriore.

Falta de claridad en roles y responsabilidades

Es frecuente que existan ambigüedades respecto a las obligaciones y derechos tanto del cuidador como de la familia o empleador. Esta falta de definición puede generar malentendidos y tensiones en la relación laboral. Contar con un contrato claro y detallado ayuda a establecer expectativas y prevenir conflictos.

En palabras de Gaspar Valls, trabajador del área de atención al cliente de Aiudo, una de las problemáticas más recurrentes a las que se enfrenta es “la confusión en las tareas de trabajo, sobre todo en las de limpieza y mantenimiento del hogar“.

Yo no soy limpiadora, soy cuidadora“, es una de las expresiones más repetidas que nos hacen llegar las trabajadoras a Aiudo.

Por otra parte, el profesional de atención al cliente también apunta a otro foco de problemas: la coordinación de horas de descanso, es decir, las dos horas obligatorias. “Muchas dudas tienen que ver con que no saben dónde disfrutarlas, si fuera del domicilio o dentro del mismo“, explica Gaspar Valls.

Cambios conductuales en la persona cuidada

Las personas en situación de dependencia pueden experimentar alteraciones en su comportamiento, como agresividad, depresión o ansiedad. Sobre todo en casos más complicados como puedan ser personas con alzhéimer o párkinson en etapas avanzadas. 

Estos cambios pueden ser una carga para el cuidador, especialmente si incluyen conductas como el chantaje emocional. La formación en manejo de conductas y el apoyo psicológico son herramientas clave para enfrentar estas situaciones.

Un cuidador consuela a un señor mayo que está triste en el sofá de una casa.

Conflictos familiares

Además de los cambios de comportamiento, otro factor que incide directamente en la relación cuidador y familia tiene que ver con los conflictos internos. La distribución de responsabilidades y la toma de decisiones sobre el cuidado pueden generar desacuerdos entre los miembros de la familia. Es esencial establecer una comunicación abierta y definir claramente los roles de cada integrante para evitar tensiones y asegurar una atención coherente y coordinada. A ser posible, desde el principio de la relación laboral entre el cuidador y los familiares. 

Gaspar Valls también apunta a los conflictos como punto clave, aunque en menor medida. “Sobre todo si se trata de usuarios conflictivos que, a causa de la enfermedad que padecen, insultan o son muy difíciles de llevar y las cuidadoras así nos lo reportan“, explica el trabajador de Aiudo.

Una cuidadora aguanta el enfado de un señor mayor en una casa.

Sobrecarga física y emocional

El cuidado constante, sobre todo si se trata de una persona en régimen interno, puede llevar al agotamiento físico y al desgaste emocional, conocido como síndrome del cuidador. Este síndrome se manifiesta en síntomas como fatiga, estrés, ansiedad y depresión, afectando la capacidad del cuidador para brindar una atención óptima.

De hecho, un estudio publicado a finales de 2024 y titulado “CuidèmoNos” de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) revela que el 65% de las cuidadoras de personas mayores sufren un agotamiento severo, tanto físico como emocional y mental. Este problema, a menudo ignorado, afecta la salud de quienes cuidan y compromete la calidad del servicio. Las largas jornadas laborales y las exigencias físicas agravan esta situación.

Una chica joven se encuentra cansada en un sofá, con los ojos cerradas y la mano en su frente.

Riesgos laborales

Los cuidadores están expuestos a diversos riesgos que pueden afectar directamente a su salud física o mental, como lesiones por movilización de pacientes, posturas forzadas y exposición a enfermedades. Además, pueden enfrentar agresiones físicas o verbales por parte de las personas a su cargo.

La formación en prevención de riesgos laborales y el uso de equipos adecuados son fundamentales para minimizar estos peligros.

Otro de los aspectos que conviene tener en cuenta es el descanso nocturno, puesto que en el caso de las cuidadoras internas, en muchas situaciones han de hacer frente a atender por las noches a las personas que cuidan. Esto puede convertirse, a la larga, en un riesgo para su salud, ante la falta de descanso.

Comunicación deficiente de ambas partes

La falta de entendimiento sobre cuáles son las necesidades de las personas mayores que se atienden es el principal factor desencadenante de conflictos con sus cuidadores.

Además, un agravante de la situación se da cuando existe deterioro cognitivo, puesto que el cuidador es muy habitual que sufra impotencia al no poder controlar la situación. 

De hecho, la demencia, junto con su manifestación más grave como es el alzhéimer, es la patología que más problemas provoca entre cuidadores y personas que lo sufren, debido a los cambios de conducta que experimenta la persona enferma y el impacto emocional para el entorno.

Desde Aiudo se recomienda facilitar una escucha activa, actuar con asertividad y conceder autonomía a la otra persona en casos en los que existan conflictos.

Falta de límites en las tareas del cuidador

Otro de los puntos diferenciales que pueden acarrear problemas en la convivencia radica en la falta de límites de las funciones del profesional del cuidado. Por ejemplo, asignarle tareas que exceden sus competencias habituales puede generar estrés y afectar, por ende, a la calidad del cuidado.

Es por ello que resulta vital definir claramente las responsabilidades desde el inicio, ya que puede ayudar a prevenir este tipo de situaciones.

El cuidado de personas dependientes presenta desafíos significativos que afectan tanto a las familias como a los asistentes domiciliarios. Entre los problemas más comunes se encuentran la falta de claridad en las obligaciones y derechos de ambas partes, cambios conductuales en la persona atendida, conflictos familiares sobre las responsabilidades del cuidado y el desgaste emocional del cuidador.

Además, los cuidadores enfrentan riesgos laborales como la manipulación de cargas pesadas, posturas forzadas, agresiones y exposición a enfermedades. Estos factores pueden derivar en lesiones físicas y estrés psicológico.

Para abordar estas problemáticas, es esencial implementar soluciones efectivas:

  • Comunicación abierta: resulta necesario establecer canales de comunicación claros y accesibles entre la familia y el cuidador facilita la resolución de conflictos y mejora la calidad del cuidado.

  • Formación continua: una de las claves del futuro será proporcionar formación adecuada y actualizada al cuidador, asegurando que esté preparado para manejar diversas situaciones y reducir el riesgo de errores en la atención.

  • Prevención de riesgos laborales: hay que implementar medidas de seguridad, como técnicas adecuadas para el manejo de pacientes y uso de equipos de protección, minimiza el riesgo de lesiones y enfermedades.

  • Apoyo emocional y descanso: es de vital importancia reconocer el esfuerzo del cuidador y garantizar períodos de descanso adecuados previene el agotamiento y promueve un ambiente laboral saludable.

Estas estrategias promueven relaciones más sanas entre cuidadores y familias, mejoran la calidad de vida de las personas dependientes y refuerzan el bienestar de quienes las cuidan.

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