Las cuidadoras de párkinson cuentan con los conocimientos necesarios para entender a los pacientes que sufren esta enfermedad. La atención que les brindan les ayuda a aumentar su autonomía, a permanecer en su hogar y a desempeñar las actividades de la vida cotidiana con mayor facilidad.

Se pueden realizar ejercicios para contrarrestar la rigidez muscular como el yoga. También son recomendables algunos sencillos ejercicios con las manos y dedos como, por ejemplo, modelar figuras de barro, apretar una pelota, contar monedas, hacer tejidos o tallar madera.

Por otra parte, los paseos pueden ser muy beneficiosos para la persona mayor, siempre y cuando permanezca acompañada.

A medida que la enfermedad avanza, se deberá adaptar el tratamiento para mitigar los efectos y mantener la calidad de vida de la persona dependiente.

Será imprescindible definir y seguir un plan de cuidados personalizado, enfocado en frenar el deterioro del paciente y potenciar su independencia en la medida de lo posible.

Por lo general, las personas mayores con párkinson se muestran rígidas y tozudas debido a sus alteraciones cerebrales. El estado depresivo, el insomnio o la ansiedad les crea inhibición social y desapego.