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Pérdida de memoria en personas mayores

Pérdida de memoria de las personas mayores
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Más del 40% de las personas mayores de 60 años sufren problemas de memoria, situación que resulta muy preocupante tanto para los afectados como para sus familiares.

Esta pérdida de capacidad memorística no afecta de manera uniforme a todos los tipos de memoria, sino que unos se ven más afectados que otros.

Entre los distintos tipos de memoria que existen podemos distinguir tres en concreto:

  • Memoria semántica: está formada por el lenguaje, los conceptos y las acciones repetitivas asociadas a ellos.
  • Memoria procedimental: es la propia de las habilidades. Nos permite, por ejemplo, conducir o cocinar.
  • Memoria episódica: se refiere a los recuerdos autobiográficos que poseemos. Esto es, desde el primer suceso del que tenemos constancia hasta la última acción que nos ha ocurrido o acabamos de realizar.

Durante la vejez, mientras la memoria semántica y la procedimental se mantienen casi intactas, la memoria episódica sufre un deterioro progresivo (sobre todo los hechos más cercanos al presente, recordándose con mayor facilidad las vivencias del pasado lejano).

Así, en las personas mayores es más frecuente la pérdida de memoria a corto plazo y la desorientación que olvidos relativos a episodios de la niñez o adolescencia.

En las siguientes líneas hablaremos de sus causas, de cómo saber cuándo estamos ante un problema médico y de cómo prevenirla.

Con el curso de Cuidados para la Demencia y el Alzhéimer podrás formarte en todo lo necesario acerca de estas patologías. Es imprescindible que las personas cuidadoras de ancianos sepan enfrentarse a este tipo de deterioros cognitivos, para así poder ofrecer los mejores cuidados.

Causas de la pérdida de memoria

 

La pérdida de memoria puede deberse a diversas causas:

La Pérdida de memoria en personas mayores debe ser gestionada de manera correcta

Estrés, ansiedad u otros problemas emocionales

 

Una situación de gran estrés o un hecho que lleva aparejado un impacto emocional alto puede provocar algunos olvidos. Por ejemplo, la muerte inesperada de un familiar puede causar una tristeza tan mayúscula que la persona sufra pérdidas de memoria. El afectado se centra tanto en el hecho angustioso que pone toda su atención en él y termina por recordar lo que está únicamente relacionado con el mismo.

Por ello, debemos estar especialmente atentos a los cambios emocionales y a las noticias que recibe nuestro familiar, pues estas no sólo pueden generarle desánimo, sino también una pérdida de memoria repentina.

Depresión

 

Las personas que padecen depresión experimentan más problemas de memoria.

Esta enfermedad afecta a los neurocircuitos y estos a la memoria. De hecho, el hipocampo (la parte más importante para la formación de nuevos recuerdos) es más pequeño en las personas que padecen depresión. Entre los grupos más vulnerables a sufrirla, se encuentran las personas mayores.

Edad y envejecimiento

 

Envejecer y perder la memoria no tienen por qué ser conceptos que vayan necesariamente de la mano.

El envejecimiento puede ser de tres tipos:

  • Envejecimiento normal: A medida que envejecemos, experimentamos cambios fisiológicos que conllevan la pérdida de memoria. El cuerpo comienza a fabricar menos sustancias químicas de las que nuestras células cerebrales necesitan para funcionar y, por ende, comenzamos a perder este tipo de células. Mientras que en algunas fases se producirán más fallos de memoria, en otras incluso mejorará (por ejemplo, el propio vocabulario o el recuerdo de episodios de la niñez).
  • Envejecimiento patológico: Los cambios se producen como consecuencia de enfermedades propias de la vejez. Dentro de ellas, el alzhéimer es el tipo de demencia más común y conlleva un deterioro cognitivo mayor. Por otra parte, otras patologías como tumores cerebrales o ictus provocarán, también, una notable pérdida de memoria.
  • Envejecimiento óptimo: Las personas mayores que viven este tipo de ancianidad no sufren olvidos ni fallos cognitivos. Esta etapa es disfrutada de una forma autónoma, desarrollando, con ayuda de la familia o del cuidador, un envejecimiento activo. Gracias a ello, nuestro familiar mantiene intactas sus capacidades mentales.

Malos hábitos

 

Cabe destacar también que unos malos hábitos alimenticios pueden provocar la disminución de la capacidad de aprendizaje y de retención. El consumo de alimentos altos en grasa o en azúcares provoca la inflamación del hipocampo. De este modo, el abuso de bebidas azucaradas o de comida basura causará, no solo obesidad y los problemas que de esta derivan, sino también fallos en la memoria.

Del mismo modo, el consumo de productos nocivos como el alcohol o las drogas (entre las que se encuentra el tabaco) también afectan a las capacidades mnemónicas.

Medicación

 

Los efectos secundarios de ciertos fármacos pueden ocasionar la pérdida de memoria. Algunos de estos medicamentos son ansiolíticos, estatinas (medicamentos para reducir el colesterol), anticonvulsivos, antidepresivos, analgésicos, fármacos para tratar el párkinson, antihistamínicos o píldoras para dormir.

Disminución de la socialización y soledad:

 

Perder el contacto con el mundo que les rodea y con las personas que de él forman parte provoca, de forma directa, una rápida pérdida de facultades físicas y psicológicas. Nuestro familiar comienza a sentir una falta de interés que le conduce a una dejadez absoluta que le hace abandonarse por completo, por lo que, poco a poco, irá dejando de prestar atención a lo que sucede y, tras ello, olvidándolo.

La pérdida de memoria de las personas mayores debe ser bien atendida por las personas cuidadoras

 

Tipos de pérdida de memoria

 

  • Pérdida de memoria transitoria: Se trata de una alteración reversible, pues es pasajera. Suele venir causada por problemas de salud o por episodios traumáticos.
  • Pérdida de memoria permanente: Es causada por enfermedades neurodegenerativas y, a diferencia de la anterior, es irreversible. Aunque no existe una cura, sí podemos evitar su rápido desarrollo y mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen mediante un tratamiento médico especializado y una atención permanente en el propio hogar.

¿Cuándo debería preocuparme por la pérdida de memoria?

 

Estas pueden ser algunas señales que nos alertan sobre un problema de memoria mayor que los simples olvidos habituales:

  • Repetición de las mismas historias o anécdotas dentro de la misma conversación.
  • Dificultad para realizar las rutinas diarias, como encender la televisión.
  • Imposibilidad de recordar lo que se ha comido ese día o si se ha tomado la medicación.
  • Pérdida de la noción espacio-temporal. Por ejemplo, perderse en el supermercado o dificultad para recordar el camino a casa.
  • Incapacidad para seguir instrucciones.
  • Colocar objetos en lugares inusuales.
  • Dificultad en la toma de decisiones.
  • Complicaciones en el aprendizaje de nuevas habilidades o conceptos.

Cómo gestionar la pérdida de memoria en personas mayores siendo cuidadora

 

La importancia del diagnóstico de pérdida de memoria

 

La existencia de las señales anteriores puede ser indicativo de una enfermedad neurodegenerativa.

La detección temprana de esta es crucial para detener el avance de la enfermedad, por lo que es muy importante que no esperemos a que estas señales vayan a más.

Si se confirma la enfermedad, nuestro familiar podrá comenzar cuanto antes un tratamiento con el que palie los síntomas de la misma y evite un deterioro rápido de las capacidades cognitivas.

Prevenir la pérdida de memoria

 

Mantener una buena salud cerebral es la herramienta para prevenir la pérdida de memoria. Para gozar de esta salud, únicamente debemos atender a estos 7 pilares:

  • Salud integral. El principal elemento que en nuestra rutina debemos controlar es el estrés. Debemos reducirlo en los momentos más complicados y la mayor parte del tiempo eliminarlo.
  • Nutrición. Poseemos la suerte de tener a nuestra disposición la dieta más saludable: la mediterránea. Alimentos como el salmón, las nueces o el chocolate negro ayudan a nuestro organismo a luchar contra la pérdida de memoria.
  • Sueño. Una buena calidad de sueño impide la atrofia cerebral y permite mantener todas las facultades y capacidades cognitivas a pleno rendimiento.
  • Ejercicio físico. Los estudios han relacionado el ejercicio físico con un mejor funcionamiento del cerebro. Caminar, por ejemplo, es una actividad muy beneficiosa.
  • Entrenamiento cognitivo. Junto con el ejercicio físico destaca la importancia del entrenamiento mental. Los juegos mentales hacen trabajar al cerebro y consiguen retrasar su envejecimiento.
  • Socialización. La participación en la sociedad (y en la propia familia) es vital. Somos seres sociales por naturaleza y necesitamos crear vínculos afectivos con las personas que nos rodean. Además, la actividad social comporta la activación de procesos mentales, lo que mantiene continuamente activo el cerebro.
  • Plan de vida. Vejez no significa final. Nuestro familiar debe ver esta como una nueva etapa en la que, como en todas las anteriores, debe formularse metas y objetivos.

Asimismo, la realización de juegos de memoria para adultos mayores es otra de nuestras recomendaciones para llevar un envejecimiento activo.

 

Cuidado de ancianos que sufren pérdida de memoria

 

Empatía

Debemos demostrarle a nuestro familiar que somos conscientes de la situación que está viviendo y de lo que en cada momento nos quiere transmitir. Para ello, la paciencia y la perseverancia en nuestra dedicación diaria hacia él será el mejor aliado para que no se sienta frustrado, sino atendido y comprendido.

Tiempo

El mayor regalo que le podemos hacer es ofrecerle nuestro tiempo. Sentarnos a preguntarle cómo se siente, qué necesita o simplemente descubrirlo mediante largas y cariñosas charlas es la herramienta más eficaz para descubrir sus miedos y demostrarle que cuenta con una familia que le quiere.

Cuidados permanentes

Con el avance de la pérdida de memoria, nuestro familiar necesitará una atención permanente y estable. En estas circunstancias los cuidados se convierten en algo crucial para asegurar la calidad de vida de nuestro familiar y de toda la familia en su conjunto.

La labor que desempeña una cuidadora profesional va dirigida a conseguir esto. Mediante su asistencia física y psicológica y, a través de su experiencia en este tipo de escenarios, nuestro mayor se sentirá seguro y protegido. Y, con él, la familia en su totalidad.

5 ejercicios sencillos para estimular la memoria en casa

 

En casa se pueden llevar a cabo algunas sencillas y divertidas actividades que buscan estimular la memoria del anciano. Es conveniente que las personas que estén a cargo del mayor presten especial atención a estos ejercicios y le insten a practicarlos regularmente:

  1. Leer. ¿Al nuestro mayor le interesa el mundo del cine? ¿Es un apasionado de la historia? ¿Prefiere las novelas románticas? Pocas actividades son tan beneficiosas para el cerebro como la lectura. Es importante escoger una temática y un libro que resulten atractivos para el mayor y animarle a leer un ratito todos los días.
  2. Escribir a mano. Llevar a cabo esta actividad parece cosa del pasado, sin embargo, son múltiples los beneficios que proporciona. Este ejercicio estimula el cerebro, las habilidades motoras y también la capacidad visual. Si queremos darle un plus de dificultad, podemos activar la capacidad creativa del mayor proponiéndole inventar pequeñas historietas.
  3. Estimular la memoria olfativa. Un juego interesante puede ser pedirle al mayor que cierre los ojos. A continuación, le acercaremos a la nariz ciertos alimentos que destaquen por tener un aroma característico, con el fin de que trate de adivinar qué alimentos son.
  4. Trabajar con la mano no dominante. Si el anciano es zurdo, pídele que realice sencillas tareas empleando su mano derecha y viceversa. Este desafiante ejercicio busca lograr la estimulación cognitiva sacando al cerebro de su ‘zona de confort’.
  5. Incorpora cambios en las rutinas. Si para ir al supermercado siempre se accede por la misma ruta, sería conveniente cambiar, de vez en cuando, el camino a seguir. Esto supone un reto para el cerebro, ya que el mayor no podrá continuar por inercia y deberá ser capaz de identificar la zona por la que está caminando. Otra posibilidad es cambiar el orden en el que se realizan ciertos hábitos. Si el anciano se ducha por las mañanas podría probar hacerlo por las tardes, por ejemplo.

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